Aunque la psiquiatría habia sido vista como una suerte de shamanismo evolucionado del siglo XIX, Freud vino a revolucionarla y crear la primera "teoría de la mente" que sento las bases de la psiquiatría "social".
Con el advenimiento de los antipsicóticos en los años cincuentas, la psiquiatría tomo un curso más biologicista y ya nos dejamos de los trinches de que la mente lo podía todo. Ahora con una pastilla, podías acceder a una modesta "normalidad".
Sin embargo, tanto las teorías freudianas y las biologicistas sufrieron un fuerte golpe en los años setenta, cuando surgió el movimiento antipsiquiatra.
Este proclamaba que la psiquiatría era un simple derivado político de los grupos en el poder y que usaban esto para manipular a la gente o crear su propia realidad.
Y esto no podía dejar de ser algo cierto: en la URSS, los prisioneros o ciudadanos "politicamente incorrectos" eran recluidos en cárceles-psiquiátricas, donde eran sometidos a torturas, uso de medicamentos antipsicóticos, así de electro-shocks como lobotomías, para minizarlos.
Esto provoco una lucha entre ambos movimientos que aunque se apago en los noventas, continuan ciertos vestigios, como los estigmas que se tienen sobre el uso de medicamentos en niños y su uso en modelos sociales-culturales.
Aunque esto pueda parecer lejos en México, en realidad, el uso de la psiquiatría como supresión fue algo común, en especial con el gobierno de Díaz Ordaz, después del movimiento del 68.
Se dice, según el periódico "La Jornada", que había 130 pacientes psiquiátricos que en realidad eran políticamente "incorrectos" a los antiguos movimientos, entre ellos del famoso presidente del 68.
Pero nadie tan emblemático como Carlos Castañeda de la Fuente, el vengador del 68.
En 1970, un ciudadano común llamado Carlos Castañeda de la Fuente intentó asesinar al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, en venganza por la matanza de estudiantes en el 68. Su castigo fue ser enviado a una institución mental durante 23 años.
Hace un par de semanas, cuando fui con mi esposa de compras, tome una revista de "Muy Interesante", que era un tomo especial sobre grandes magnicidios. Lo que más me sorprendio, fue que muchos presidentes mexicanos fueron objeto de atentados. Entre ellos, Gustavo Díaz Ordaz, que fungió como presidente de la República entre 1964 y 1970.
Claro, no me extrañaba, porque la reputación que tuvo el susodicho luego de los incidentes de Tlatelolco, no era raro que alguen se lo quisiera "cargar".
El elegido fue Carlos Castañeda de la Fuente, un católico devoto, de padres cristeros. Había soñado de pequeño con ser misionero, pero ante la falta de recursos por parte de la familia, tuvo que conformarse con trabajar como los demás, aparte de ser bastante religioso.
Sin embargo, los movimientos del 68 lo conmovieron profundamente. Sabía que Ordaz tenía la culpa de todo y que debía liquidarlo de su propia mano.
Durante un año estuvo ahorrando 900 pesos de aquel entonces, para comprar una vieja Lugger, una pistola alemana de la Segunda Guerra Mundial y eligió un día de febrero para cumplir su cometido: el presidente iba a ir al monumento a la Revolución a dar un discurso.
Carlos tomo la pistola y se dirigió entre la multitud para esperar el coche presidencial, que en ese momento cruzaba las calles Valentín Gómez Farías y la avenida Insurgentes.
Al ver el vehículo, el asesino se decepciono. No viajaba el presidente en él, sino el General Barragan, entonces secretario de la Defensa Nacional. No importa, se dijo, el ejército también tiene la culpa.
Sin embargo, al soltar el tiro, erro y pego en el chasis. Inmediatamente, los guaruras del general lo detuvieron y lo llevaron a la cárcel del Campo Marte para someterlo a un "interrogatorio" a la mexicana, donde estuvo inclusive involucrado el jefe de seguridad del DF, Hazar Naro, que se dice llego a amarrarle los testículos con una cuerda y jalarselos hasta lo indecible.
Al ver que Carlos Castañeda no se quejaba y pregonaba que era la voluntad de Dios que el presidente muriera, decidieron hacer lo sencillo: recluirlo en un hospital psiquiátrico.
El elegido fue el Hospital Samuel Ramírez, uno de los tantos hospitales mentales de tipo "campestre" que nacieron en los años sesentas y que actualmente se encuentra en el estado de México, casi en colindancia con el estado de Puebla.
Allí, Carlos fue tratado como un paciente especial: fue encerrado en una especie de bunker, construido solo para él, aislado de todos. Estuvo encerrado por 23 años, hasta que fue liberado en 1993.
No se volvió a saber de él, hasta que un cineasta, a raíz de un reportaje que hizo la Jornada en el 2004, comenzó a interesarse en la historia de Carlos Castañeda y comenzo a montar su documental, no solo entrevistando a los doctores que "cuidaron" de él, sino también a la familia (que en su momento fue detenida por los polis) del mismo Castañeda.
Curiosamente, el cineasta se encontró con el susodicho de pura casualidad en un albergue del DF, cuando estaba filmando exteriores. Allí era un vagabundo que mendigaba por un poco de comida y que había ido al lugar a pasar una noche.
Gracias a esto, Castañeda pudo contar con lujo de detalles su historia y lo sucedido, desde su infancia hasta el momento que fue liberado.
El documental se estrenara próximamente y aunque suene raro para mi comadre, espero verlo pronto xD.
Esta es la historia mexicana que me gusta y que espero relatarle a mi descendencia algun día.
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Saludos a la dueña de mis anualidades ^^, así a quienes gustan de este tipo de historias.
Había escuchado de pasada el nombre del documental en referencia a que se estrenaría pronto pero no tenía idea de qué iba. Suena muy interesante, ahora estaré pendiente para ir a verlo también.
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