lunes, 30 de abril de 2012

Conociendo el Metro

Soy provinciano hasta la raíz. Tecnicamente crecí en un pueblito muy pequeño y me eduque como un pueblerino.
 Así que cuando me toco estar en ciudades cada vez más grandes, conforme progresaba mi educación, no dejaba de maravillarme ante lo que podía ofrecer, desde cines hasta museos que jamás había visto.
 Justamente un museo, el de Ripley, fue el que me orillo a dar una vuelta a la Ciudad de México.

Cada año, visitaba a mi familia paterna, que entonces residía en la capital. Sin embargo, el miedo a una de las urbes más grandes del planeta, siempre me hacía quedarme en casa de mis parientes a ver televisión.

 Sin embargo, hace unos 20 años, la organización "Ripley" de México comenzó a tornarse importante. Ya sabemos que esta consta de recolectar viñetas y sucesos fuera de lo común (De allí su lema de "Aunque usted no lo crea").
 Nuestro país tuvo una aceptación importante de este fenómeno cuando salió la revista, que se publico quincenalmente por espacio de unos cuatro años, al grado que Ripley decidió poner un museo de esta categoría en nuestro país.



 Y por aquel lejano 1993, mi hermano y un servidor estuvimos fastidiando a mi padre para que nos llevará. Como él tampoco tenía muchas luces de como llegar, le pidió ayuda a uno de mis primos y tíos.

 Así comenzó mi primera aventura en el Metro.

 No voy a negar que ahora no recuerdo que líneas tomé (ahora visualizando, tal vez una de ellas fue la línea 1) para llegar al susodicho lugar. El metro me pareció algo fantástico, y algo tan tecnológico...que esperaba volver a subirme para disfrutar de dicho servicio.

 Pero fue hasta 14 años después, cuando lo volví hacer y lo hice cuando comencé a venir por mi cuenta a las convenciones de anime más importantes del país: la TNT expo y la Mole. Entonces para transportarme, tomaba al menos dos líneas. Aquí me gustaba la intersección con la línea 3 en la Raza, por el pasillo de la Ciencia de la UNAM.

 Luego esto se convirtió en una costumbre cuando conocí a mi actual esposa. En nuestra etapa de novios, venía muchas veces al D.F. pero siempre me tocaban los trenes medio vacíos.



 Fue hasta que llegue a vivir por aca, que conocí el "rigor" de lo que es el verdadero Metro. Y esto, ocurrió la semana pasada.

 Esa experiencia fue casí apoetica cuando para entrar, tuvimos que meternos como gusanitos entre la gente o de plano dar una buena "tacleada" contra la marabunta de personas para que nos hiciera un espacio (o en el caso de mi esposa, simplemente la llevaron como si fuera arrastrada por una marejada). Luego de estar literalmente como sardinas, la cuestión no era entrar, sino mantenerse, ya que más gente hacía lo mismo que nosotros y la cosa se ponía peor. El asunto llego a su culmen, cuando en una conocida estación, salí literalmente volando con todas las personas que salían, mientras me soltaba de la mano de mi esposa al estilo de cualquier anime romántico-dramático.
 Aunque luego me sorprendió que en lugar de ser arrastrado por la avalancha, pisara acelerador y corriera junto con otros "locos" a meterse al vagón antes de que cerrarán las puertas. Por suerte, entre el acomode, me logré meter con Diana en un rincón.

Ya luego de 20 minutos, al fin se liberó un tanto de la presión, y se pudo respirar mejor.
 Aunque mi primera reacción fue quejarme y decir que el servicio estaba mal organizado, mi sabia esposa me comento que esta situación se repetía en todo el mundo. Para prueba, me mostró un curioso video de como es la situación en el metro de Tokio.



 Esto es algo que cualquier ciudad urbanizada padece: el congestionamiento. Por cierto, lo del video fue algo parecido que viví, solo que eran otros pasajeros en lugar de policías.

En fin, que este tipo de aventuras, aunque suenen comunes, no me habían tocado hasta ahora. Tal vez en un tiempo las odie, pero mientras, no puedo negar que agregue algo más a mi historial de vida. Al fin conocí que era vivir en el DF y estar en el Metro a horas pico.

No niego que el Metro ahora forma parte de mi vida y de manera muy importante. Gracias a él, me ahorro gasolina, trafico y aparte bastante dinero, ya que el pasaje es relativamente barato (antes era 2 pesos, imaginen). Aun me saca de quisio cuando hay bastante gente, pero bueno, es parte de vivir por aca.

Saludos a mi esposa que adoro, así a los usuarios del Metro que leen este blog.

1 comentario:

  1. Un amigo que vivió un tiempo en Japón me decía que ahí la "cantidad máxima de gente por vagón" era "siempre 20 más". Que porque a veces estaban ya a reventar y de algún modo en la siguiente estación conseguían meter todavía más gente. No puedo imaginarlo, si ya México es un caos tremendo cuando están los flujos de personas, no puedo imaginarlo aún peor x)

    ¿Te conté ahora que estuve en verano cómo fue volver a subirse al metro? Primer día que me dispongo a abordarlo de nuevo, me subo, había mucha gente pero todavía se podía entrar, cuando al final está por cerrarse la puerta y el último en abordar empuja ligeramente a quien estaba delante de él (y muy ligeramente, la verdad). El otro tipo, aparentemente alcoholizado, se voltea a mentarle la madre y en dos segundos ya le había soltado señor madrazo. Yo estaba atrapada justo enfrente de ellos sin posibilidad de moverme. Oh, bella Ciudad de México.

    Saludooos.

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