sábado, 5 de septiembre de 2015

Operación Azul: la última gran gloria de la Wehrmatch

Me doy pena ajena. En serio. Supuestamente por la "crisis" que pase el año pasado, había dejado de lado las reseñas sobre la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ahora que la cosa mejoró, me he dado cuenta de que no he podido hacer una entrada sobre este tema que tanto me apasiona, sencillamente por flojera (y no lo niego, por falta de tiempo). Y es que preparar algo sobre este tópico requiere leer un tanto y no irme con los primeros datos que tenga a la mano.

Por suerte, para este punto del conflicto, me apoyé un tanto en el libro de Antony Beevor, "Stalingrado" y también en otras lecturas. La razón es que "La Operación Azul" se puede ver como una genialidad por un lado, pero también uno de los errores más garrafales de Adolf Hitler, el cual había quedado encumbrado como un gran estratega, desde la planificación del dichoso plan Amarillo, que permitió a los ejércitos panzer alemanes rodear al poderoso Ejército Aliado en las llanuras belgas y con ello, destruir a Francia de un solo mazazo y a todo el Cuerpo Expedicionario Británico.

Ya he comentado en las entradas sobre la Batalla de Moscú y la Operación Barbarroja, como la Alemania Nazi subestimó las reservas soviéticas en demasía (y no es para tanto, ya que ejércitos soviéticos se rendían o se volatibizan enteros ante las maniobras de la Blitzkrieg) y que casi eso les costó la iniciativa en la batalla frente a la capital soviética. Sin embargo, Hitler vendría en 1942, mucho más preparado y armado...aunque también con los mismos errores que a la larga, permitieron que la Unión Soviética tuviese su primera victoria en Stalingrado.

Pero bueno, vamos a ver que pasó en aquella primavera y verano de 1942, mientras el Afrika Korps se daba de topes y con los norteamericanos, así como Japón veía el fin de su expasión con la Batalla del Mar de Coral (la cual espero ahora sí, hablar pronto).


La Operación Azul (en alemán: Fall Blau) fue una operación bélica planificada y ejecutada por la Wehrmacht alemana en 1942 durante la II Guerra Mundial. El objetivo de la operación era arrebatarle los pozos petrolíferos del Cáucaso a la Unión Soviética. Si bien las fuerzas alemanas conseguirían parcialmente sus objetivos, la falta de fuerzas para cubrir el extenso territorio conquistado los obligaría a retroceder rápidamente.


Los éxitos del Ejército Rojo en la contraofensiva invernal en la Batalla de Moscú y luego de la Bolsa de Demyansk, motivaron a José Stalin a movilizar a sus recién formadas tropas de choque blindadas. Pese a las insistencias de Semión Timoshenko, uno de los oficiales de más alta graduación, el mandamás soviético decidió reconquistar la ciudad de Jarkov, por lo cual en mayo de 1942, 600,000 soldados al mando del mariscal Timoshenko se lanzaron desde una saliente que había formado la contraofensiva invernal.

Pese a las iniciales victorias soviéticas, los alemanes se repusieron rápidamente y lograron contragolpes feroces, al grado que la segunda batalla de Jarkov resultó ser una trampa mortal para más de 150,000 tropas enemigas. El encargado de tal proeza, fue el VI Ejército del general von Richenau y que pertenecía al grupo de Ejércitos Sur.

Esta victoria cayó en gracia de Hitler. Al inicio de la Operación Barbarroja, la Wehrmatch se había dividido en 3 grupos de Ejército: Norte, Centro y Sur. Mientras los dos primeros habían tenido triunfos aplastantes pero luego habían caído en un marasmo grave (El sitio de Leningrado y la batalla de Moscú respectivamente), los del Sur habían logrado proezas fantásticas, conquistando toda Ucrania, donde Sebastopol era la única ciudad que resistía, siendo sitiada por el mariscal Von Manstein.

Y es que el canciller alemán había caído en cuenta que la única forma de estrangular definitivamente a los rusos era quitarles su petróleo (y el cual también ya hacía falta a las tropas mecanizadas alemanas), el cual se encontraba en el Cáucaso. El que Alemania tomará dicha región, no solo implicaba abastecerse del precioso combustible y de materias primas, sino también amenazaría Persia y las regiones circundantes (que pertenecían al Imperio Británico). Alcanzar y conquistar dichas tierras de manera posterior, implicaría llegar a la India e inclusive, para los sueños guajiros del Eje, era que las tropas japonesas, las cuales se encontraban en Indochina y amenazaban dicho protectorado, pudiesen conectarse.


El inicio de las operaciones comenzó el 28 de junio de 1942. Sin embargo, la victoria en el sitio de Sebastopol el 4 de julio llegó a embriagar al Fuhrer y pensó que podría tomar más objetivos sin perder tanto tiempo. Este entonces, decidió romper el grupo de Ejércitos Sur y formar dos contigentes enormes: el A y B. El primero dirigido por el general List y el segundo, por Von Bock. El objetivo del Ejército A era llegar hasta el mismo Cáucaso y tomar los pozos petróleros de la zona, como sitiar la ciudad de Baku en la actual Azerbaiyán, mientras el ejército B cuidaría su flanco izquierdo, a la vez que tomaría las ciudades de Stalingrado y Astracán.

El avance veloz que lograron las tropas alemanas en unos cuantos días, volvió a motivar cambios en la configuración de la Operación: El grupo A ya no tendría de flanco al B, sino iría "solo" a conquistar las regiones del Cáucaso, mientras el segundo conquistaría Stalingrado, lo cual aseguraría partir en dos a la Unión Soviética. Obviamente, Von Bock pusó bastantes objeciones, las cuales el Fuhrer desoyó constantemente. Y es que el Ejército B tenía al baluarte de la Wehrmatch y que luego de su espectácular victoria en la Segunda Batalla de Jarkov había sacado la casta: El VI Ejército.

Sin embargo, el mando de dicha formación ya no estaba en manos del fiel von Reichenau. El pobre había fallecido víctima de un ataque al corazón luego de estar corriendo al aire libre con una temperatura de menos 20 grados centígrados. El que había tomado el mando había sido su jefe de estado mayor, el general Friedrich Paulus, el cual sería ampliamente criticado posteriormente.

Por ello, Hitler desmembró aun más el grupo B, al quitar el IV Cuerpo Panzer del eficaz general Hoth y lo envió junto con el I Ejército Panzer del A, para darle más velocidad y potencia. El problema es que esto hizo sumamente predecible las maniobras de ataque alemanes, a lo cual, los rusos no tardaron en darse cuenta.

Para colmo, otra medida fregó más la situación y es que el mejor general táctico de los alemanes, el célebre von Manstein, héroe de Sebastopol, luego de unos días de descanso en Rumania, vuelve con un fajo de órdenes que lo destinan a Leningrado. Hitler pretende que el nuevo mariscal de campo haga lo mismo con la ciudad de Lenin que lo que hizo en Ucrania. Esto representó a la larga un golpe al estilo agresivo de la Wehrmatch. Aunque Paulus era competente, no se comparaba en genialidad con von Manstein (aparte de que este último era el único que aun inspiraba respeto a Hitler, pese a llevarle la contraria varias veces).

Otra cosa, que indirectamente aumentó la confianza del Fuhrer, fue que la estepa rusa se convirtió en una enorme pista de carreras. Aunque se enfrentaron a algunas formaciones menores, los famosos "kessels" (calderas, como le llamaban los alemanes a las bolsas de ejércitos atrapados) ya eran muchos menos y los soviéticos habían comenzado a ceder terreno. Esto hizo que la Wehrmatch se confiara y siguiera avanzando. El detalle es que Stalin había aprendido de sus errores y ahora sí, escuchando los consejos de Timoshenko, estaba retirándose a propósito para evitar más bolsas y aparte, foguear mucho más a los reclutas del Ejército Rojo.

En el lado alemán, las cosas comenzaron a complicarse, cuando a finales de julio, Hitler destituyó a von Bock del liderato del grupo B y puso al general von Weichs al mando. Sin embargo, a la par corrigió el error de restar potencia a dicha formación, por lo cual pidió que el IV Cuerpo Panzer de Hoth volviese con el VI Ejército. Esto a primeras cuentas no habrá resultado dañino, pero en términos militares, fue un desastre: el avance perdió velocidad, lo cual le dió mucha más ventaja a la preparación de la defensa de Stalingrado y peor aun, se consumió precioso carburante que unos meses después, sería determinante para la muerte de toda la formación.

Stalin tampoco lo pasaba nada bien. El dirigente soviético veía como las tropas alemanas estaban tomando las ciudades aledañas al Cáucaso, como Krasnodar, Vladikavkás o Mozdok. Sin embargo, las montañas del Cáucaso comenzaron a hacer de las suyas y las facilidades de la Blitzkrieg se vieron anuladas por el terreno montañoso y los bosques, lo cual impidió la toma de ciudades mucho más importantes, como Grozn o Tiflis, la actual capital de Georgia.

Y es que pese a que el Grupo A de Ejército sumaba casi 3 millones de hombres, al menos la mitad de ellos eran reclutas de países satélites del Eje, como Rumania, Eslovaquia o Hungría. Estos soldados, mal armados y poco experimentados, comenzaron a ser un lastre para los soldados alemanes, que no solo se comenzaron a ver escasos de gasolina, sino también de alemanes. Las distancias en la estepa eran enormes y las tropas lo resentían, mientras los soldados soviéticos hacían labores de tierra arrasada, al grado que los primeros pozos petróleros fueron incendiados para horror de los alemanes.

Tropas de montaña alemanas en la cima del Monte Elbrus.

Al final, un factor terminó decantando las cosas a favor del Ejército Rojo y fue el ego de Hitler. Aunque en la Operación Azul, el tomar Stalingrado, la ciudad del mandamás soviético era un objetivo menor, hasta irrisorio, pronto se volvió un asunto de harta importancia. Cuando el VI Ejército llegó a la ciudad el 23 de agosto de 1942, Paulus pronosticó que tomaría la ciudad en menos de dos semanas. Sin embargo, para el 8 de septiembre, pese a que la Wehrmatch había sitiado el 80% de la misma, la resistencia del 62th Ejército había frenado las ambiciones de Hitler. Este se lo tomó personal y él mismo tomo el mando del grupo A de Ejército, parando en seco su avance y ordenando que tomaran posiciones defensivas. Toda su atención tenía que centrarse en el grupo B, comandado por el VI Ejército.

Esta obsesión por Stalingrado termino siendo la tumba no solo de la Wehrmatch, sino también de Hitler y toda la Alemania Nazi. Si el Fuhrer hubiese enfocado sus fuerzas en tomar el Cáucaso y sitiado Stalingrado, el combustible disponible en tal zona, habría dado un enorme empuje a sus tropas. Sin embargo, otros argumentan que pese a esto, Alemania no habría logrado "someter" adecuadamente el territorio por la falta de hombres y que tarde o temprano, habría habido una contraofensiva que habría terminado con el mismo resultado: la expulsión de Alemania de Rusia. Aun así, no se quita la importancia que tuvo la fijación de Hitler con la actual Volgogrado y que daría pie a una de las batallas más míticas de toda la Segunda Guerra Mundial.

Esa confrontación sera motivo de otra entrada más adelante (o tal vez dos, el tema me apasiona y bastante).

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Saludos a mi adorable esposa, así a quienes gustan de la Segunda Guerra Mundial.

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