Hace unas semanas se cumplieron 73 años de la rendición del VI Ejército Alemán en las ruinas de la ciudad de Stalingrado. Cuando los potenciados soviéticos se acercaron al demacrado y recién ascendido mariscal de campo, Friedrich Paulus, comandante en jefe de dicha formación, le pidieron que se desvistiese para revisarlo, con la intención de evitar que guardase alguna arma con la cual pudiese suicidarse. Los oficiales de Paulus miraron contrariados a sus captores y dijeron una frase que paso a la posteridad: "Un Mariscal de Campo no se suicida con un cortauñas".
Sin embargo, la paranoia de los rusos era más que obvia. Hitler había nombrado a Paulus con dicho título, velando la orden de que no debía rendir al VI Ejército, sino que este debía morir hasta la misma raíz, incluyendo a él mismo. Rendirse era un deshonor. Sin embargo, Paulus se encontraba ya exhausto y rendido, no solo por él (había desarrollado un tic nervioso muy evidente en el rostro), sino también por sus tropas, las cuales caían en batalla, no tanto por las balas enemigas, sino por el frío, la desnutrición y el cansancio.
No obstante, tanto en su oficialia como en los mismos soldados, había fe de que Adolf Hitler llegaría a salvarlos. Ya los alemanes se habían encontrado en "kessels" (calderas, el término alemán para definir una bolsa llena de soldados y rodeada por varios ejércitos enemigos) y habían logrado sobrevivir. El problema es que la trampa que les habían puesto los soviéticos meses antes, era casi perfecta, al grado que logró resistir el embiste de uno de los mejores generales de la Wehrmacht, Von Manstein. Y es que la incredulidad aun corría entre el VI Ejército. Se supone que Stalingrado estaba en sus manos y en cuestión de semanas, la situación había cambiado dramáticamente. Pero dicha gesta no se dió en cuestión de días, sino tuvo meses de preparación y sacrificio previos. La Operación Urano sería la primera de muchas maniobras geniales que haría el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial y de la cual hablaremos a continuación, siendo la segunda parte de la Batalla de Stalingrado.
La Operación Urano fue ejecutada por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo final era la expulsión de las fuerzas alemanas del río Volga, atrapando aquellas ubicadas en Stalingrado. La ofensiva fue iniciada el 19 de noviembre de 1942, y las dos fuerzas independientes que debían rodear Stalingrado se encontraron cuatro días después.
Mientras el VI Ejército Alemán penetraba en la ciudad de Stalingrado, Josef Stalin había mandado llamar a dos de sus mejores generales para planificar un contrataque: Alexander Vasilevski y Georgy Zhukov. Ambos ya habían hablado sobre dicha operación y le presentaron un plan muy primordial pero original al mandamás de la Unión Soviética, el cual consistía en utilizar un ataque en pinza, donde dos ejércitos soviéticos, con sus respectivos cuerpos de tanques y aviación, atacarían por los flancos del VI Ejército, con la intención de rodearlo. Stalin comentó que le parecía arriesgado, ya que quería que los ataques se diesen más cerca de la ciudad (las lanzas de vanguardia se ubicaban en un punto muy atrás de la retaguardia alemana) y en el menor tiempo posible.
Sin embargo, tanto Vasilevski como Zhukov dijeron que no era posible. El plan tenía que cumplir con ese requisito y otros más, como era el usar unidades plenamente fogueadas como bien equipadas. El error de Timoshenko en el pasado, había sido utilizar soldados novatos y pobremente armados. Aparte, el efecto psicológico debía ser aterrador y sí la maniobra en pinza se realizaba muy cerca de la ciudad, habría la posibilidad de que el VI Ejército lograse escapar.
Stalin no dijo nada en ese momento y mando a los dos generales a "pensar" un poco, es decir, que vería sí aceptaba o no. Ambos oficiales se retiraron nerviosos y se dice que esa noche no durmieron, buscando alternativas al plan o como convencer al jefazo de aceptar sus condiciones.
Al día siguiente, ambos fueron al cuartel y resulta que Stalin estaba de buen humor y sin más, aceptó el plan. Visiblemente aliviados, Vasilevski comenzó a coordinar los movimientos desde la capital, mientras Zhukov se dirigió a Stalingrado a verificar el frente. La operación se hizo en secreto y aparte de los mencionados, solo unos cuantos más la conocían. El nombre en clave que se le dio fue "Urano".
Mientras Vasilevski comenzó a enviar tropas en secreto hacia Stalingrado, hizo que varias de las mismas comenzasen a foguear en zonas del frente más tranquilas, como las laterales de la ciudad. A la par, la producción de tanques y aviones aumento frenéticamente. No obstante, esto significo también que las reservas de hombres y munición para el 62th Ejército que defendía Stalingrado, comenzasen a mermar. El general Chuikov, mandamás de dicha formación, no era tonto y sabía que algo grande se estaba preparando, y por ello guardo resentimiento hacia Zhukov, cuando este hizo visitas secretas a la zona del frente. Solo hasta el último día, Chuikov llego a enterarse de la operación Urano.
Zhukov, acompañado de sus guardaespaldas, comenzó a verificar el frente, en especial donde las puntas de lanza avanzarían. Mientras el VI Ejército Alemán se enfocaba en Stalingrado, sus flancos estaban protegidos por dos ejércitos rumanos, el III en el Norte y el IV en el sur. Aunque la Wehrmacht era una formación poderosa y moderna, con soldados y oficiales altamente profesionales, sus aliados eran todo lo contrario y lo cual generó en muchos oficiales alemanes apelativos groseros, pero no menos ciertos. Salvo por las unidades de montaña italianas y eslovenas, el resto de los aliados que acompañaron a Alemania en la toma de la Unión Soviética, eran de calidad mediocre: los soldados eran perezosos y huían ante el embate de los tanques y artillería. Aparte, estaban pobremente armados y pertrechados, en especial con artillería antitanque o con carros de combate obsoletos.
Quienes padecían más estas condiciones eran los rumanos. Antonescu, el dictador de dicho país, había prometido a Hitler varias divisiones para apoyar la invasión, pero la calidad era bastante mala y es algo que los rusos habían notado. Hitler también lo sabía, sin embargo también menospreciaba la producción rusa y pensaba que el Ejército Rojo estaba al límite de sus fuerzas. Inclusive despreció informes de sus espías que comentaban que la producción de tanques soviéticos duplicaba y hasta triplicaba la alemana, la cual se encontraba en uno de sus mejores momentos. Y es que de manera indirecta, las acciones de Stalin en el pasado habían hecho creer al líder alemán y sus soldados que el Ejército Rojo estaba en las últimas.
La fecha tentativa del ataque fue programada para finales de octubre de 1942. Sin embargo, para disgusto de Stalin, Zhukov retraso el ataque, ya que las líneas férreas estaban saturadas y muchas divisiones todavía no habían llegado a Stalingrado. Era en esos momentos, donde Chuikov enviaba informes pidiendo tropas y armamento a granel, ya que la ciudad estaba en peligro de ser tomada. Para colmo, Zhukov recibió una carta bastante "sincera" del general Vatutin, que había sido elegido como comandante del frente suroccidental y que se encargaría de la pinza sur de la operación. Como muchos, no creía en dicho ataque y que era mejor retrasarlo. Zhukov estuvo a punto de destituirlo, aunque por mediación de Vasilievski, se contuvo. Vatutin era un general experto en el manejo de tanques y sus posteriores acciones lo mostrarían.
Otra acción puso en peligro la operación, cuando Yemerenko vió reducido su mandato en favor del general Rokossovski. Este, pese a su origen polaco, era ampliamente apreciado por Stalin y sabía de su experiencia en operaciones de tal envergadura. Yemerenko estuvo a punto de renunciar, pero Zhukov supo contenerlo y apreciar sus acciones pasadas. Finalmente, gracias al secretismo soviético, los preparativos estuvieron listos. Un millón de hombres, repartidos en dos frente (norte y sur) y tanto en varias divisiones de fusileros como dos cuerpos de tanques por cada frente, atacaría en un movimiento de envoltura, destruyendo las frágiles divisiones rumanas y con el objetivo de encontrarse en Kalach, un poblado que servía de puesto de provisiones para el VI Ejército alemán y que estaba pobremente defendido.
Lamentablemente, los alemanes jamás vieron ese movimiento o tampoco quisieron notarlo. Los rumanos habían notado un aumento considerable de tropas y acción en su frente, pero los informes pasaban de largo entre los oficiales de enlace alemanes. No obstante, esto sirvió para que los rumanos se preparasen en parte y que llegasen a ofrecer una resistencia un poco más dura de lo esperada.
Finalmente, el 19 de noviembre de 1942, a las 5 de la mañana comenzó un despliegue de artillería monstruosa sobre las líneas rumanas del tercer ejército. Aunque el impacto fue bastante potente, los primeros informes señalaban que era una pequeña ofensiva como las que hacían los ejércitos soviéticos en el frente. Sin embargo, el machaqueo de la artillería surtió efecto y muchos soldados rumanos murieron en el ataque o se retiraron de manera desordenada. Al instante, centenares de faros instalados en los tanques se encendieron y miles de infantes se lanzaron con todo hacia los indefensos rumanos.
Ya sea a pie, sobre ponis o encima de los tanques, los fusileros rusos se lanzaban de manera despiadada sobre los rumanos, que se quebraron en cuestión de una hora. Algunas bolsas aisladas lograron resistir todo el día, pero finalmente fueron aplastadas. Los rumanos veían horrorizados como la artillería antitanque que tenían disponible rebotaba en los recién construidos T-34 que escupían fuego a cada instante. Lo peor es que los alemanes tardaron al menos 12 horas en darse cuenta de que el ataque era en forma de cuña y no en un intento de solo romper el frente.
Justo en el momento que Paulus considero mandar tropas de refuerzo, el ataque del frente sur se realizo en la madrugada del 20 de noviembre. Vatutin, pese a sus dudas, se lanzo con todo y pese a que había varios lagos y pantanos frente a sus tropas, estás lograron romper el cerco frente al mucho más débil IV Ejército rumano. El ataque simultáneo provoco pánico entre los aliados rumanos que caían a granel frente a las tropas enemigas y otros se rendían sin siquiera pelear. Paulus, estupefacto, trato de enviar parte del IV Ejército mecanizado del general Hoth a contener la lanza sur y lo logró por un instante, pero Vatutin hizo girar la dirección del ataque y lo rodeo de manera magistral.
El día 22 de noviembre se volvió crítico. Kalach había recibido la alarma del ataque, pero en lugar de convertirse en un frente estable o en tratar de salvar las provisiones que tenía dicho lugar, las tropas estacionadas cayeron en pánico y comenzaron a correr rumbo a la ciudad. La disciplina se vino aun más abajo, cuando los primeros tanques llegaron al lugar y comenzaron a disparar a quemarropa, en especial a los aviones que despegaban apresuradamente, ya que el lugar también servía de aeropuerto. Los alemanes no pudieron defender la zona y huyeron desordenadamente. Finalmente, en la mañana del 23 de noviembre, las dos lanzas se encontraron en un poblado cercano a Kalach, llamado Sovietski. El cerco se había consumado.
Paulus y sus tropas, pese a la maniobra, aun se encontraban con esperanza. Hitler había tomado varias decisiones con la misión de salvar al VI Ejército. Primeramente, sacó a Von Manstein de sus vacaciones y lo puso al frente de los Ejércitos del Don. Por otro lado, trato de ayudarlos, haciendo un puente aéreo, que inclusive el pomposo de Goering prometió suministrar las 250 toneladas diarias que necesitaba dicha formación para sobrevivir. Sin embargo, rápidamente se vio que eso no era posible. Apenas 100 toneladas llegaron las primeras dos semanas y luego dicho aprovisionamiento se fue mermando hasta desaparecer a mediados de diciembre.
A la par, los rusos comenzaron a hacer más pequeño el "kessel". Rokossovski comenzó a presionar a sus tropas para adelgazar el perímetro alemán. Sin embargo, Von Manstein llevo a cabo la operación Tormenta de Invierno, la cual preevía atacar el frente sur del cerco. Aquí es cuando llega una de las decisiones más polémicas de la guerra. El mariscal de campo quería que Paulus utilizase el poco combustible que quedaba para mover a sus tanques y provocar un ataque simultáneo al suyo. Sin embargo, Paulus decidió quedarse quieto en su posición. Muchos lo tacharon de cobarde, pero el general comentó que hacer dicha acción, hubiese sido el equivalente a retirarse, lo cual Hitler había negado brutalmente desde un principio.
Aun con esto, Von Manstein, para la segunda quincena de diciembre, estuvo a punto de romper el cerco, pero la segunda división de guardias fusileros, una de las formaciones más poderosas del Ejército Rojo, a cargo del general Malinovski, había llegado y logró parar en seco la ofensiva del mariscal. Von Manstein pudo haber seguido, pero la operación Pequeño Saturno había dado marcha y él mismo estaba en peligro de caer en un cerco.
Resulta que otra operación se estaba dando por parte del Ejército Rojo. Zhukov y Vasilevski habían hablado con Stalin y comentaron que si Urano resultaba exitosa, lanzarían otra operación de mayor envergadura, llamada Saturno, la cual consistiría en cercar los ejércitos alemanes del Don y también el Ejército Alemán A que se encontraba en el Cáucaso. Sin embargo, la operación Tormenta de Invierno hizo que ambos generales variarían sus planes, lo cual no le gusto a Stalin, el cual estaba embriagado con el triunfo. No obstante, termino por hacer caso y vio con gusto que la operación "Pequeño Saturno" era aun mejor, ya que lo importante era asegurar el triunfo.
Y así fue. El objetivo de dicho ataque era el octavo Ejército Italiano que se encontraba en la retaguardia, resguardando los ejércitos alemanes. Von Manstein, con el peligro de verse cercado, tuvo que retirarse y la ofensiva de liberación para el VI Ejército se fue al garete. Para enero de 1943, el fin de dicha formación estaba cerca. El 62th Ejército ya estaba recibiendo provisiones por el congelado Volga e inclusive el paraje se volvió tranquilo por ese lado, donde los camiones pasaban por el lugar, recambiando a las tropas y trayendo a los heridos a la ribera opuesta.
Debido al frío y la falta de provisiones, las tropas alemanas comenzaron a caer a montones y eso también fue evidente para los oficiales del Ejército Rojo. Luego de una tregua, varios emisarios fueron enviados a parlamentar con el VI Ejército, pero con nulos resultados. El ataque se reanudo inmediatamente y para finales de enero, el kessel había sido partido en dos. La parte más occidental fue triturada y solo quedaba la parte oriental que estaba refugiada en Stalingrado y donde se encontraba la oficialia.
En su momento se hablo de un ataque suicida, pero Paulus decidió rendirse, pese al nombramiento de mariscal que le había dado Hitler días antes. El 2 de febrero de 1943, se ondeo bandera blanca en el cuartel del VI Ejército. 90,000 hombres se rindieron ese día. Lamentablemente, apenas una décima parte de ellos vivirían para contarlo, ya que muchos murieron por el trato que le dieron los rusos a los prisioneros, llegando inclusive a morir en el camino hacia Siberia y otros durante la estancia en dicha región del país. Paulus y otros oficiales serían utilizados para emitir transmisiones con el fin de disuadir a los alemanes de continuar la guerra.
La batalla de Stalingrado terminó oficialmente ese día, pero la reconstrucción de la ciudad duro mucho más tiempo. Las bajas en ambos lados totalizaban casi dos millones de hombres, pero la Wehrmacht fue la que más sufrió la sangría, perdiendo una cantidad de soldados y oficiales de altísima calidad. Aparte, el prestigio de la misma se vió muy afectado y la mentalidad triunfadora del Reich comenzó a venirse abajo. Von Manstein logró salvar una buena cantidad de soldados a través de Rostov, pero al coste de sus aliados, donde el octavo ejército italiano fue casi masacrado durante la operación pequeño Saturno.
Este instante provocaría que el Ejército Rojo, salvo por unos meses, se convirtiese en una máquina imparable que le llevo hasta Berlín, dos años después. En cambio, la Wehrmacht perdería la supremacía tanto táctica como estratégica y pese a chispazos posteriores, ya no volvería a ser la misma de antes. La guerra, había dado un giro que ya no se perdería en los siguientes años. Pero eso, es otra historia.
----------------------------------------------------------------------------
Saludos a mi adorable esposa =3, así a quienes gustan de la Segunda Guerra Mundial.
Mostrando las entradas con la etiqueta Stalin. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Stalin. Mostrar todas las entradas
sábado, 27 de febrero de 2016
La Batalla de Stalingrado, segunda parte: La operación Urano
Etiquetas:
batallas,
Ejército Rojo,
Hitler,
Operación Urano,
Paulus,
Rattenkrieg,
Segunda Guerra Mundial,
Stalin,
Stalingrado,
VI Ejército,
Wehrmacht,
Zhukov
martes, 22 de diciembre de 2015
La batalla de Stalingrado: primera parte.
Cuando inicié las entradas sobre la Segunda Guerra Mundial en el blog, sé que tarde o temprano llegaría a este punto, que se considera por muchos, el punto de inflexión "psicológico" de la toda la conflagración. Por más que los historiadores gringos consideren el Desembarco en Normandía como el momento en que la balanza se inclinó a favor de los Aliados, en realidad fue la batalla en la actual Volgogrado, la que termino decidiendo el destino del mundo. Cierto que la batalla de Moscú mostró que Hitler no era imbatible, pero gracias a Von Manstein y los profesionales soldados alemanes, el canciller alemán supo darle un giro a los hechos y reestablecer el empuje de la Wehrmacht, a tal grado que está se acerco peligrosamente a los pozos petroleros del Cáucaso, el corazón de la Unión Soviética.
Sin embargo, la megalomanía de Hitler terminaría por fulminarlo. La operación Azul, que planeaba la toma en primer lugar de dichos pozos petroleros se retraso, debido a que el empuje original se redujo cuando Hitler, viendo la facilidad del ataque, dividió sus fuerzas en dos frentes. Mientras el grupo de Ejércitos A tomaba la región del Cáucaso, la B conquistaría Rostov y Stalingrado, para inclusive llegar hasta Astracán y con ello, al Medio Oriente. Curiosamente, los errores de Stalin provocarían esto, ya que el dictador soviético ansiaba una victoria y desoyendo a Timoshenko, su mayor mariscal, ordeno contraataques que terminaron en fracasos y que convencieron falsamente al Fuhrer de que el Ejército Rojo estaba al límite de su capacidad. Por ello, el VI Ejército Alemán, la formación más poderosa de la Wehrmacht, terminaría cayendo en una enorme ratonera casi sin saberlo, al momento de querer tomar la ciudad del jefe: Stalingrado.
La siguiente entrada se enfocará en los hechos que ocurrieron previos (agosto de 1942) hasta principios de noviembre de 1942, antes de la famosa Operación Urano que terminaría por quebrar el espíritu alemán e iniciar la contraofensiva del Ejército Rojo.
La batalla de Stalingrado fue un enfrentamiento bélico entre el Ejército Rojo de la Unión Soviética y la Wehrmacht de la Alemania nazi y sus aliados del Eje por el control de la ciudad soviética de Stalingrado, actual Volgogrado, entre el 23 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943. La batalla se desarrolló en el transcurso de la invasión alemana de la Unión Soviética en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Con bajas estimadas en más de dos millones de personas entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos, la batalla de Stalingrado es considerada la más sangrienta de la historia de la humanidad. La grave derrota de la Alemania nazi y sus aliados en esta ciudad significó un punto clave y de severa inflexión en los resultados finales de la guerra y representa el principio del fin del nazismo en Europa, pues la Wehrmacht nunca recuperaría su fuerza anterior ni obtendría más victorias estratégicas en el Frente Oriental
Stalingrado, antiguamente llamada Tsaritsyn, actualmente llamada Volgogrado (debido a su apego al río Volga, uno de los afluentes más importantes de la Rusia actual), fue renombrada posterior a la Guerra Civil Rusa, debido a que Josef Stalin había logrado una importante victoria en los alrededores de la ciudad. Para la década de los cuarenta, la urbe era un importante centro industrial, tanto en la fabricación de tractores (Octubre Rojo) como de cañones (Barricadi). La ciudad se extendía por alrededor de 24 kilómetros cuadrados, sobre todo en la ribera occidental del Volga, siendo la ribera contraria escasamente poblada. Curiosamente, no había un puente que atravesase el río, por lo cual el transporte siempre se hacía por ferrys o botes similares.
Para julio de 1942, la ciudad se puso bajo sitio, ya que Rostov estaba a punto de caer. Stalin ordeno que ningún civil abandonase la ciudad, para motivar a los soldados a luchar, mientras dictaba una serie de ordenes draconianas, la más famosa, la 227, la cual se resumía en "ni un paso atrás". Consistía en que no había retirada más allá de las líneas y que cualquiera que intentase eso, sería fusilado o muerto al instante por los comisarios u oficiales.
Para principios de agosto, Adolf Hitler había metido ligeramente la pata: subestimando el poder del Ejército Rojo, mando al grupo de Ejércitos A a atacar el Cáucaso, aun sin que el Ejército B (que lo componía el VI Ejército alemán, tomase Stalingrado). Lamentablemente, el ataque aéreo daño las refinerías de Astracán, lo cual comenzó a cobrarle factura al IV Ejército Panzer del general Hoth. Este torció el gesto cuando el Fuhrer ordeno al susodicho dejar el grupo A e ir con el B para el ataque a Stalingrado. Se desperdició precioso carburante que luego sería vital en la segunda etapa de la batalla.
El ataque a la ciudad comenzó el 23 de agosto de 1942, con un bombardeo de la Luftwaffe a la ciudad, curiosamente a cargo de la división Cóndor, que había tenido cierto adiestramiento en la Guerra Civil Española. Ese mismo día, las vanguardias del VI Ejército arribaron al Volga. Habían hecho un estupendo recorrido las tropas desde el río Don, en menos de 12 horas, lo cual elevaba aun más la moral. En cambio, el Ejército Soviético se veía disminuido por la orden 227 y también por el rápido avance del enemigo.
El 62th. Ejercito Soviético y el 64th, este último mandado por el general Chuikov, hacían frente a los alemanes. Timoshenko había sido reemplazado por el general Yemerenko, que rápidamente hizo un cambio de mandos, aprovechando que la orden expendida por Stalin, también disminuía el poder político de los comisarios. Antes de esto, los mandos militares no podían hacer movimientos sin primero consultarlo con el oficial político de la unidad. Al cambiar las cosas, la flexibilidad aumentó de manera importante, lo cual permitió dejar en mejores puestos a los hombres indicados. En cambio, Hitler había aumentado la rigidez del mando alemán, a tal grado que las ordenes de retirada o avance debían ser consultadas previamente con él. Esto provoco que muchos movimientos fueran desperdiciados o peor, que el avance se volviese más lento.
Zhukov había llegado desde Moscú a poner orden. Durante las primeras dos semanas de combate, las divisiones alemanas habían tomado casi la mitad de la ciudad de manera fácil. Anton Lopatin arguyo a Zhukov y Jruschev, entonces comisario político del 62th. Ejército, que le trajeran hombres y pertrechos, lo cual era imposible, ya que la Luftwaffe no dejaba de bombardear el río Volga incesantemente. Muchos transportes con heridos, tropas frescas y municiones se perdieron ante el ataque voraz de los Stukas, que con su peculiar sirena, se lanzaban en picado para destruir cuanta embarcación osase cruzar el río.
Zhukov vio la acción de Lopatin como cobardía y lo destituyo. Nombró en su lugar a Vassili Chuikov, que rápidamente adoptó la estrategia de Stalin a su propio modo. Aunque respeto la orden de no retirarse, igualmente solicito tropas de refresco con urgencia e inclusive quitándoselas al propio NKVD, el arma militar de la policía de estado de Beria.
La 10th. División de Fusileros de la NKVD, que era mandada por el general Rogatin, tuvo que doblar manitas ante las demandas de Chuikov, que al tener mejores conexiones con Zhukov, dejo que sus hombres se uniesen a las tropas del 62th. Ejército y combatiesen. Esto permitió que el ataque alemán del 15 de septiembre a finales de ese mes, se viese parado en seco, pese a que habían tomado casi la mitad de la ciudad. A la par, Paulus se encontraba en la Guarida del Lobo (Wehrwolf) en Vinnitsa donde sufría los ataques coléricos de Hitler. El canciller había demandado la toma total de Stalingrado ante la consternación de Paulus. Este, había sido nombrado jefe del VI Ejército ante la muerte de su comandante, Von Richenau, unos meses antes.
Sin embargo, a diferencia de otros mandamases de la Wehrmacht como Guderian o Von Manstein, que eran capaces de ponersele al brinco a Hitler, Paulus era un oficial táctico, jefe de un estado mayor, por lo tanto, más un soldado de oficina que de campo. Aunque mucha de la culpa se la atañe a Paulus y sus posteriores decisiones, Hitler también mucho mucho que ver. Aun hoy en día se preguntan los historiadores de porque el canciller decidió tomar la ciudad. Hubiese sido más sencillo rodearla y atacar a las tropas que estaban alrededor del perímetro, que apenas resistían los embates. Sin embargo, Hitler estaba dolido en su orgullo, ya que el Cáucaso se le había cerrado y deseaba tener algo simbólico a cambio. Y que mejor que la ciudad de su acérrimo enemigo.
Paulus también había dado la recomendación de que los flancos del VI Ejército eran débiles, ya que las tropas italianas y rumanas que componían dichas alas, eran sumamente frágiles y un contraataque era factible. Sin embargo, el estado mayor alemán también desestimo esto y confiados en la debilidad patente del Ejército Rojo, siguieron atacando. El punto era tomar Stalingrado, por lo cual Paulus, ya presa de un ataque de nervios, decidió concentrar tropas para tomar la ciudad, si fuese posible, edifici por edificio. Sin embargo, esto condeno a millares de tropas bien adiestradas en campo abierto, pero que en los combates casa por casa, eran sumamente inferiores a las soviéticas. Aquí es donde comienza la llamada "Rattenkrieg" (Guerra de Ratas, en alemán).
La Rattenkrieg consistía en la lucha dentro de los interiores de los edificios con armas cortas, granadas, bombas y cuchillos. El hecho de luchar contra un enemigo que te podía sorprender en cualquier momento, era psicológicamente perturbador, más cuando al tomar una sección de dicha casa, el resto podía estar dominada por el oponente. El ejemplo más famoso fue la "Casa de Pavlov", un edificio que por espacio de un mes, estuvo ocupado alternativamente por alemanes y rusos en un período de 2 días. Es decir, un tiempo lo ocupaban los alemanes, pero inmediatamente los soviéticos la recuperaban y así se repetía el ciclo.
El soldado alemán promedio (Landser) no estaba acostumbrado a esto. Siendo más dueño de la velocidad y de la sorpresa, ahora se veía arrinconado y presionado para pelear por su vida, más que por la victoria, lo cual ocasionaba crisis nerviosas, pero sobre todo, una gran cantidad de bajas. Los soviéticos aprovecharon esto al máximo, minimizando las pérdidas (aunque aun eran altísimas, al menos de dos rusos muertos por un alemán.
Sin embargo, mientras los alemanes no tenían reservas, los soviéticos no dejaban de venir en cantidad y calidad a la ciudad, incluyendo soldados siberianos que estaban soberbiamente entrenados en ese tipo de guerra).
También, los francotiradoras soviéticos hicieron de las suyas y sembraban el terror y miedo sobre sus enemigos, al disparar a cuanto se atreviese a superar la línea, esto en especial soldados rasos, oficiales y sobre todo, tropa encargada de suministros, como agua o de mantenimiento de cableado. Al no haber líquido para tomar, los alemanes comenzaban a salir en bola a buscarla, lo cual ocasionaba más bajas por parte de los francotiradores. Igual, la falta de mantenimiento de las líneas de teléfono, hacía que se enviase a más tropas a reparar dichos defectos, cayendo igual en la trampa.
Sin embargo, no todo era gloria para el Ejército Rojo. El empuje alemán había sido considerable y ya para principios de octubre, la ciudad había sido tomada en dos tercios e inclusive, había sido partida, donde el 62th Ejército Rojo se aferraba a una orilla de la urbe. Inclusive, varias veces, el cuartel general, con Chuikov y sus hombres adentro, llegaron a estar enterrados por el ataque de bombas. Por suerte, la artillería en la ribera oriental, que estaba a cargo de las famosas Katiushas (una serie de 8 mini-cohetes que estaban en una rampa sobre un camión) se encargaban de machacar los avances alemanes, al tanto que los refuerzos llegaban de la otra orilla, pese a los ataques aéreos. De los más famosos, fue la 13th. División de Guardias Fusileros, a cargo del teniente coronel Alexander Rodimtsev, que con sus 13,000 hombres, logró cruzar el Volga como pudo y lanzar a sus tropas casi al instante contra una nueva ofensiva alemana.
Aun con esto, no todas las tropas soviéticas eran soldados entrenados, sino un tanto eran bisoños o reclutados por leva obligatoria, que Chuikov enviaba de manera despiadada a tomar bunkeres y trincheras enemigas. Esto llego a elevar el número de bajas de manera espantosa, al grado que las enfermeras y camilleros fueron insuficientes, llegando muchos heridos a tener que arrastrarse hasta el Volga, para ser evacuados. A esto, los alemanes tampoco la pasaban bien. Ante la baja de oficiales por los francotiradores, los landser se veían en aprietos y emboscados en un sinfín de ocasiones, al grado que muchas unidades perdieron el 80% de sus elementos. Para compensar esto, Paulus llego a desarticular las unidades de oficinistas y tanquistas de otras unidades, como la del IV Ejército Acorazado de Hoth y usarlos como simple infantería, lo cual sería otro error bastante grave.
El desgaste en la batalla llegó a ser épico. Debido a que la cantidad de hombres que morían por día superaban los 5,000, los cadáveres comenzaron a pudrirse sin que nadie pudiese hacerse cargo de ellos. Esto llevo a que la ciudad tuviese un aire horrendo, infestado casi de muerte, lo cual suscitó actos de valentía y de cobardía por doquier. Niños rusos llegaron a ser "mandaderos" de los alemanes, por unas migajas de pan. A la par, mujeres rusas en ocasiones asaltaban a los soldados alemanes para robarles comida, agua o ropa (la tela en Stalingrado se había vuelto un artículo de lujo). Paulus, al borde de un colapso, no dejaba de ordenar ataques, aunque sin el apoyo de la aviación (que aunque hacía su papel hundiendo embarcaciones con refuerzos), los tanques e infantería estaban más expuestos que nunca. En su momento, pese a todo, el VI Ejército ya controlaba el 80% de la ciudad. Las tomas de la fábrica Barricady y de Octubre Rojo, habían sido gestas horrendas para los alemanes, al grado que el 62th Ejército estuvo a punto de recuperarlas en varias ocasiones.
Hitler estaba furioso con Paulus. No creía que controlando tantos sectores, la ciudad no se rindiera. Sin embargo, los alemanes nunca lograron llegar a los embarcaderos, los cuales se defendían con las uñas inclusive. Mientras estos estuvieran a salvo, podían seguir llegando tropas de refresco, víveres y municiones y mantener vivo al demacrado 62th. Ejército (que eran mínimas, ya que para sorpresa de Chuikov, Zhukov no le estaba dando todo lo que pedía, por una sencilla razón: La Operación Urano. Cosa que terminaría enemistando a ambos generales de por vida).
Paulus lanzó dos ataques principales. Uno a finales de octubre y otro a principios de noviembre. Aparte de la enorme presión de su jefe, también estaba viendo con malestar que el Invierno ruso se acercaba. Se tenía miedo de lo sucedido en Moscú el año pasado, por lo cual el general emprendió dichas ofensivas. La primera fue éxitosa en el plano táctico, ya que permitió tomar gran parte de la ciudad. Sin embargo, el agotamiento a que llegaron sus fuerzas era evidente: no había suficiente infantería para mantener el frente y peor aun, tampoco había suficientes municiones y víveres.
Por otro lado, Chuikov tenía sus propios problemas. El invierno ruso se acercaba y el Volga comenzaba a arrastrar pedazos de hielo. Esto hubiese sido bueno, pero el general soviético sabía que mientras el río no se congelase (y por el cual pudiesen pasar camiones y camiones con pertrechos), los bloques de hielo serían harto peligrosos para la navegación. Lo cual comprobó el 9 de noviembre, cuando el flujo de barcos se redujo a la mitad debido al congelamiento del Volga. Esto coincidió con una nueva y última ofensiva del VI Ejército. En un instante, los alemanes llegaron a estar a 300 metros de los embarcaderos, pero Chuikov desesperado, lanzó una contraofensiva que hizo retroceder al enemigo hasta su posición inicial, gracias también a la artillería soviética, que ahora inclusive había posicionado cañones en la ribera occidental, escondidos en bancos de arena y otros tantos, en las pequeñas islas dentro del mismo río.
Para mediados de noviembre, las formaciones del VI Ejército Alemán estaban entre un 40 a 60% de su nivel normal. Paulus esperaba impaciente las ordenes de Fuhrer de establecer un sitio y que los soldados comenzasen la construcción de los cuarteles de invierno. Sin embargo, antes de que todo esto sucediera, ejércitos de infantería y blindados soviéticos desbordaron los flancos de manera estrepitosa e increíble....pero eso forma parte de una próxima entrada.
-----------------------------------------------------------
Saludos a la dueña de mis quincenas que adoro ^^, así quienes gustan de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, la megalomanía de Hitler terminaría por fulminarlo. La operación Azul, que planeaba la toma en primer lugar de dichos pozos petroleros se retraso, debido a que el empuje original se redujo cuando Hitler, viendo la facilidad del ataque, dividió sus fuerzas en dos frentes. Mientras el grupo de Ejércitos A tomaba la región del Cáucaso, la B conquistaría Rostov y Stalingrado, para inclusive llegar hasta Astracán y con ello, al Medio Oriente. Curiosamente, los errores de Stalin provocarían esto, ya que el dictador soviético ansiaba una victoria y desoyendo a Timoshenko, su mayor mariscal, ordeno contraataques que terminaron en fracasos y que convencieron falsamente al Fuhrer de que el Ejército Rojo estaba al límite de su capacidad. Por ello, el VI Ejército Alemán, la formación más poderosa de la Wehrmacht, terminaría cayendo en una enorme ratonera casi sin saberlo, al momento de querer tomar la ciudad del jefe: Stalingrado.
La siguiente entrada se enfocará en los hechos que ocurrieron previos (agosto de 1942) hasta principios de noviembre de 1942, antes de la famosa Operación Urano que terminaría por quebrar el espíritu alemán e iniciar la contraofensiva del Ejército Rojo.
La batalla de Stalingrado fue un enfrentamiento bélico entre el Ejército Rojo de la Unión Soviética y la Wehrmacht de la Alemania nazi y sus aliados del Eje por el control de la ciudad soviética de Stalingrado, actual Volgogrado, entre el 23 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943. La batalla se desarrolló en el transcurso de la invasión alemana de la Unión Soviética en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Con bajas estimadas en más de dos millones de personas entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos, la batalla de Stalingrado es considerada la más sangrienta de la historia de la humanidad. La grave derrota de la Alemania nazi y sus aliados en esta ciudad significó un punto clave y de severa inflexión en los resultados finales de la guerra y representa el principio del fin del nazismo en Europa, pues la Wehrmacht nunca recuperaría su fuerza anterior ni obtendría más victorias estratégicas en el Frente Oriental
Stalingrado, antiguamente llamada Tsaritsyn, actualmente llamada Volgogrado (debido a su apego al río Volga, uno de los afluentes más importantes de la Rusia actual), fue renombrada posterior a la Guerra Civil Rusa, debido a que Josef Stalin había logrado una importante victoria en los alrededores de la ciudad. Para la década de los cuarenta, la urbe era un importante centro industrial, tanto en la fabricación de tractores (Octubre Rojo) como de cañones (Barricadi). La ciudad se extendía por alrededor de 24 kilómetros cuadrados, sobre todo en la ribera occidental del Volga, siendo la ribera contraria escasamente poblada. Curiosamente, no había un puente que atravesase el río, por lo cual el transporte siempre se hacía por ferrys o botes similares.
Para julio de 1942, la ciudad se puso bajo sitio, ya que Rostov estaba a punto de caer. Stalin ordeno que ningún civil abandonase la ciudad, para motivar a los soldados a luchar, mientras dictaba una serie de ordenes draconianas, la más famosa, la 227, la cual se resumía en "ni un paso atrás". Consistía en que no había retirada más allá de las líneas y que cualquiera que intentase eso, sería fusilado o muerto al instante por los comisarios u oficiales.
Para principios de agosto, Adolf Hitler había metido ligeramente la pata: subestimando el poder del Ejército Rojo, mando al grupo de Ejércitos A a atacar el Cáucaso, aun sin que el Ejército B (que lo componía el VI Ejército alemán, tomase Stalingrado). Lamentablemente, el ataque aéreo daño las refinerías de Astracán, lo cual comenzó a cobrarle factura al IV Ejército Panzer del general Hoth. Este torció el gesto cuando el Fuhrer ordeno al susodicho dejar el grupo A e ir con el B para el ataque a Stalingrado. Se desperdició precioso carburante que luego sería vital en la segunda etapa de la batalla.
El ataque a la ciudad comenzó el 23 de agosto de 1942, con un bombardeo de la Luftwaffe a la ciudad, curiosamente a cargo de la división Cóndor, que había tenido cierto adiestramiento en la Guerra Civil Española. Ese mismo día, las vanguardias del VI Ejército arribaron al Volga. Habían hecho un estupendo recorrido las tropas desde el río Don, en menos de 12 horas, lo cual elevaba aun más la moral. En cambio, el Ejército Soviético se veía disminuido por la orden 227 y también por el rápido avance del enemigo.
El 62th. Ejercito Soviético y el 64th, este último mandado por el general Chuikov, hacían frente a los alemanes. Timoshenko había sido reemplazado por el general Yemerenko, que rápidamente hizo un cambio de mandos, aprovechando que la orden expendida por Stalin, también disminuía el poder político de los comisarios. Antes de esto, los mandos militares no podían hacer movimientos sin primero consultarlo con el oficial político de la unidad. Al cambiar las cosas, la flexibilidad aumentó de manera importante, lo cual permitió dejar en mejores puestos a los hombres indicados. En cambio, Hitler había aumentado la rigidez del mando alemán, a tal grado que las ordenes de retirada o avance debían ser consultadas previamente con él. Esto provoco que muchos movimientos fueran desperdiciados o peor, que el avance se volviese más lento.
Zhukov había llegado desde Moscú a poner orden. Durante las primeras dos semanas de combate, las divisiones alemanas habían tomado casi la mitad de la ciudad de manera fácil. Anton Lopatin arguyo a Zhukov y Jruschev, entonces comisario político del 62th. Ejército, que le trajeran hombres y pertrechos, lo cual era imposible, ya que la Luftwaffe no dejaba de bombardear el río Volga incesantemente. Muchos transportes con heridos, tropas frescas y municiones se perdieron ante el ataque voraz de los Stukas, que con su peculiar sirena, se lanzaban en picado para destruir cuanta embarcación osase cruzar el río.
Zhukov vio la acción de Lopatin como cobardía y lo destituyo. Nombró en su lugar a Vassili Chuikov, que rápidamente adoptó la estrategia de Stalin a su propio modo. Aunque respeto la orden de no retirarse, igualmente solicito tropas de refresco con urgencia e inclusive quitándoselas al propio NKVD, el arma militar de la policía de estado de Beria.
La 10th. División de Fusileros de la NKVD, que era mandada por el general Rogatin, tuvo que doblar manitas ante las demandas de Chuikov, que al tener mejores conexiones con Zhukov, dejo que sus hombres se uniesen a las tropas del 62th. Ejército y combatiesen. Esto permitió que el ataque alemán del 15 de septiembre a finales de ese mes, se viese parado en seco, pese a que habían tomado casi la mitad de la ciudad. A la par, Paulus se encontraba en la Guarida del Lobo (Wehrwolf) en Vinnitsa donde sufría los ataques coléricos de Hitler. El canciller había demandado la toma total de Stalingrado ante la consternación de Paulus. Este, había sido nombrado jefe del VI Ejército ante la muerte de su comandante, Von Richenau, unos meses antes.
![]() |
Paulus, leyenda negra y un poco injusta. |
Sin embargo, a diferencia de otros mandamases de la Wehrmacht como Guderian o Von Manstein, que eran capaces de ponersele al brinco a Hitler, Paulus era un oficial táctico, jefe de un estado mayor, por lo tanto, más un soldado de oficina que de campo. Aunque mucha de la culpa se la atañe a Paulus y sus posteriores decisiones, Hitler también mucho mucho que ver. Aun hoy en día se preguntan los historiadores de porque el canciller decidió tomar la ciudad. Hubiese sido más sencillo rodearla y atacar a las tropas que estaban alrededor del perímetro, que apenas resistían los embates. Sin embargo, Hitler estaba dolido en su orgullo, ya que el Cáucaso se le había cerrado y deseaba tener algo simbólico a cambio. Y que mejor que la ciudad de su acérrimo enemigo.
Paulus también había dado la recomendación de que los flancos del VI Ejército eran débiles, ya que las tropas italianas y rumanas que componían dichas alas, eran sumamente frágiles y un contraataque era factible. Sin embargo, el estado mayor alemán también desestimo esto y confiados en la debilidad patente del Ejército Rojo, siguieron atacando. El punto era tomar Stalingrado, por lo cual Paulus, ya presa de un ataque de nervios, decidió concentrar tropas para tomar la ciudad, si fuese posible, edifici por edificio. Sin embargo, esto condeno a millares de tropas bien adiestradas en campo abierto, pero que en los combates casa por casa, eran sumamente inferiores a las soviéticas. Aquí es donde comienza la llamada "Rattenkrieg" (Guerra de Ratas, en alemán).
La Rattenkrieg consistía en la lucha dentro de los interiores de los edificios con armas cortas, granadas, bombas y cuchillos. El hecho de luchar contra un enemigo que te podía sorprender en cualquier momento, era psicológicamente perturbador, más cuando al tomar una sección de dicha casa, el resto podía estar dominada por el oponente. El ejemplo más famoso fue la "Casa de Pavlov", un edificio que por espacio de un mes, estuvo ocupado alternativamente por alemanes y rusos en un período de 2 días. Es decir, un tiempo lo ocupaban los alemanes, pero inmediatamente los soviéticos la recuperaban y así se repetía el ciclo.
El soldado alemán promedio (Landser) no estaba acostumbrado a esto. Siendo más dueño de la velocidad y de la sorpresa, ahora se veía arrinconado y presionado para pelear por su vida, más que por la victoria, lo cual ocasionaba crisis nerviosas, pero sobre todo, una gran cantidad de bajas. Los soviéticos aprovecharon esto al máximo, minimizando las pérdidas (aunque aun eran altísimas, al menos de dos rusos muertos por un alemán.
Sin embargo, mientras los alemanes no tenían reservas, los soviéticos no dejaban de venir en cantidad y calidad a la ciudad, incluyendo soldados siberianos que estaban soberbiamente entrenados en ese tipo de guerra).
También, los francotiradoras soviéticos hicieron de las suyas y sembraban el terror y miedo sobre sus enemigos, al disparar a cuanto se atreviese a superar la línea, esto en especial soldados rasos, oficiales y sobre todo, tropa encargada de suministros, como agua o de mantenimiento de cableado. Al no haber líquido para tomar, los alemanes comenzaban a salir en bola a buscarla, lo cual ocasionaba más bajas por parte de los francotiradores. Igual, la falta de mantenimiento de las líneas de teléfono, hacía que se enviase a más tropas a reparar dichos defectos, cayendo igual en la trampa.
Sin embargo, no todo era gloria para el Ejército Rojo. El empuje alemán había sido considerable y ya para principios de octubre, la ciudad había sido tomada en dos tercios e inclusive, había sido partida, donde el 62th Ejército Rojo se aferraba a una orilla de la urbe. Inclusive, varias veces, el cuartel general, con Chuikov y sus hombres adentro, llegaron a estar enterrados por el ataque de bombas. Por suerte, la artillería en la ribera oriental, que estaba a cargo de las famosas Katiushas (una serie de 8 mini-cohetes que estaban en una rampa sobre un camión) se encargaban de machacar los avances alemanes, al tanto que los refuerzos llegaban de la otra orilla, pese a los ataques aéreos. De los más famosos, fue la 13th. División de Guardias Fusileros, a cargo del teniente coronel Alexander Rodimtsev, que con sus 13,000 hombres, logró cruzar el Volga como pudo y lanzar a sus tropas casi al instante contra una nueva ofensiva alemana.
Aun con esto, no todas las tropas soviéticas eran soldados entrenados, sino un tanto eran bisoños o reclutados por leva obligatoria, que Chuikov enviaba de manera despiadada a tomar bunkeres y trincheras enemigas. Esto llego a elevar el número de bajas de manera espantosa, al grado que las enfermeras y camilleros fueron insuficientes, llegando muchos heridos a tener que arrastrarse hasta el Volga, para ser evacuados. A esto, los alemanes tampoco la pasaban bien. Ante la baja de oficiales por los francotiradores, los landser se veían en aprietos y emboscados en un sinfín de ocasiones, al grado que muchas unidades perdieron el 80% de sus elementos. Para compensar esto, Paulus llego a desarticular las unidades de oficinistas y tanquistas de otras unidades, como la del IV Ejército Acorazado de Hoth y usarlos como simple infantería, lo cual sería otro error bastante grave.
El desgaste en la batalla llegó a ser épico. Debido a que la cantidad de hombres que morían por día superaban los 5,000, los cadáveres comenzaron a pudrirse sin que nadie pudiese hacerse cargo de ellos. Esto llevo a que la ciudad tuviese un aire horrendo, infestado casi de muerte, lo cual suscitó actos de valentía y de cobardía por doquier. Niños rusos llegaron a ser "mandaderos" de los alemanes, por unas migajas de pan. A la par, mujeres rusas en ocasiones asaltaban a los soldados alemanes para robarles comida, agua o ropa (la tela en Stalingrado se había vuelto un artículo de lujo). Paulus, al borde de un colapso, no dejaba de ordenar ataques, aunque sin el apoyo de la aviación (que aunque hacía su papel hundiendo embarcaciones con refuerzos), los tanques e infantería estaban más expuestos que nunca. En su momento, pese a todo, el VI Ejército ya controlaba el 80% de la ciudad. Las tomas de la fábrica Barricady y de Octubre Rojo, habían sido gestas horrendas para los alemanes, al grado que el 62th Ejército estuvo a punto de recuperarlas en varias ocasiones.
Hitler estaba furioso con Paulus. No creía que controlando tantos sectores, la ciudad no se rindiera. Sin embargo, los alemanes nunca lograron llegar a los embarcaderos, los cuales se defendían con las uñas inclusive. Mientras estos estuvieran a salvo, podían seguir llegando tropas de refresco, víveres y municiones y mantener vivo al demacrado 62th. Ejército (que eran mínimas, ya que para sorpresa de Chuikov, Zhukov no le estaba dando todo lo que pedía, por una sencilla razón: La Operación Urano. Cosa que terminaría enemistando a ambos generales de por vida).
Paulus lanzó dos ataques principales. Uno a finales de octubre y otro a principios de noviembre. Aparte de la enorme presión de su jefe, también estaba viendo con malestar que el Invierno ruso se acercaba. Se tenía miedo de lo sucedido en Moscú el año pasado, por lo cual el general emprendió dichas ofensivas. La primera fue éxitosa en el plano táctico, ya que permitió tomar gran parte de la ciudad. Sin embargo, el agotamiento a que llegaron sus fuerzas era evidente: no había suficiente infantería para mantener el frente y peor aun, tampoco había suficientes municiones y víveres.
Por otro lado, Chuikov tenía sus propios problemas. El invierno ruso se acercaba y el Volga comenzaba a arrastrar pedazos de hielo. Esto hubiese sido bueno, pero el general soviético sabía que mientras el río no se congelase (y por el cual pudiesen pasar camiones y camiones con pertrechos), los bloques de hielo serían harto peligrosos para la navegación. Lo cual comprobó el 9 de noviembre, cuando el flujo de barcos se redujo a la mitad debido al congelamiento del Volga. Esto coincidió con una nueva y última ofensiva del VI Ejército. En un instante, los alemanes llegaron a estar a 300 metros de los embarcaderos, pero Chuikov desesperado, lanzó una contraofensiva que hizo retroceder al enemigo hasta su posición inicial, gracias también a la artillería soviética, que ahora inclusive había posicionado cañones en la ribera occidental, escondidos en bancos de arena y otros tantos, en las pequeñas islas dentro del mismo río.
Para mediados de noviembre, las formaciones del VI Ejército Alemán estaban entre un 40 a 60% de su nivel normal. Paulus esperaba impaciente las ordenes de Fuhrer de establecer un sitio y que los soldados comenzasen la construcción de los cuarteles de invierno. Sin embargo, antes de que todo esto sucediera, ejércitos de infantería y blindados soviéticos desbordaron los flancos de manera estrepitosa e increíble....pero eso forma parte de una próxima entrada.
-----------------------------------------------------------
Saludos a la dueña de mis quincenas que adoro ^^, así quienes gustan de la Segunda Guerra Mundial.
Etiquetas:
batallas,
Ejército Rojo,
Hitler,
Paulus,
Rattenkrieg,
Segunda Guerra Mundial,
Stalin,
Stalingrado,
VI Ejército,
Wehrmacht,
Zhukov
sábado, 5 de septiembre de 2015
Operación Azul: la última gran gloria de la Wehrmatch
Me doy pena ajena. En serio. Supuestamente por la "crisis" que pase el año pasado, había dejado de lado las reseñas sobre la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ahora que la cosa mejoró, me he dado cuenta de que no he podido hacer una entrada sobre este tema que tanto me apasiona, sencillamente por flojera (y no lo niego, por falta de tiempo). Y es que preparar algo sobre este tópico requiere leer un tanto y no irme con los primeros datos que tenga a la mano.
Por suerte, para este punto del conflicto, me apoyé un tanto en el libro de Antony Beevor, "Stalingrado" y también en otras lecturas. La razón es que "La Operación Azul" se puede ver como una genialidad por un lado, pero también uno de los errores más garrafales de Adolf Hitler, el cual había quedado encumbrado como un gran estratega, desde la planificación del dichoso plan Amarillo, que permitió a los ejércitos panzer alemanes rodear al poderoso Ejército Aliado en las llanuras belgas y con ello, destruir a Francia de un solo mazazo y a todo el Cuerpo Expedicionario Británico.
Ya he comentado en las entradas sobre la Batalla de Moscú y la Operación Barbarroja, como la Alemania Nazi subestimó las reservas soviéticas en demasía (y no es para tanto, ya que ejércitos soviéticos se rendían o se volatibizan enteros ante las maniobras de la Blitzkrieg) y que casi eso les costó la iniciativa en la batalla frente a la capital soviética. Sin embargo, Hitler vendría en 1942, mucho más preparado y armado...aunque también con los mismos errores que a la larga, permitieron que la Unión Soviética tuviese su primera victoria en Stalingrado.
Pero bueno, vamos a ver que pasó en aquella primavera y verano de 1942, mientras el Afrika Korps se daba de topes y con los norteamericanos, así como Japón veía el fin de su expasión con la Batalla del Mar de Coral (la cual espero ahora sí, hablar pronto).
La Operación Azul (en alemán: Fall Blau) fue una operación bélica planificada y ejecutada por la Wehrmacht alemana en 1942 durante la II Guerra Mundial. El objetivo de la operación era arrebatarle los pozos petrolíferos del Cáucaso a la Unión Soviética. Si bien las fuerzas alemanas conseguirían parcialmente sus objetivos, la falta de fuerzas para cubrir el extenso territorio conquistado los obligaría a retroceder rápidamente.
Los éxitos del Ejército Rojo en la contraofensiva invernal en la Batalla de Moscú y luego de la Bolsa de Demyansk, motivaron a José Stalin a movilizar a sus recién formadas tropas de choque blindadas. Pese a las insistencias de Semión Timoshenko, uno de los oficiales de más alta graduación, el mandamás soviético decidió reconquistar la ciudad de Jarkov, por lo cual en mayo de 1942, 600,000 soldados al mando del mariscal Timoshenko se lanzaron desde una saliente que había formado la contraofensiva invernal.
Pese a las iniciales victorias soviéticas, los alemanes se repusieron rápidamente y lograron contragolpes feroces, al grado que la segunda batalla de Jarkov resultó ser una trampa mortal para más de 150,000 tropas enemigas. El encargado de tal proeza, fue el VI Ejército del general von Richenau y que pertenecía al grupo de Ejércitos Sur.
Esta victoria cayó en gracia de Hitler. Al inicio de la Operación Barbarroja, la Wehrmatch se había dividido en 3 grupos de Ejército: Norte, Centro y Sur. Mientras los dos primeros habían tenido triunfos aplastantes pero luego habían caído en un marasmo grave (El sitio de Leningrado y la batalla de Moscú respectivamente), los del Sur habían logrado proezas fantásticas, conquistando toda Ucrania, donde Sebastopol era la única ciudad que resistía, siendo sitiada por el mariscal Von Manstein.
Y es que el canciller alemán había caído en cuenta que la única forma de estrangular definitivamente a los rusos era quitarles su petróleo (y el cual también ya hacía falta a las tropas mecanizadas alemanas), el cual se encontraba en el Cáucaso. El que Alemania tomará dicha región, no solo implicaba abastecerse del precioso combustible y de materias primas, sino también amenazaría Persia y las regiones circundantes (que pertenecían al Imperio Británico). Alcanzar y conquistar dichas tierras de manera posterior, implicaría llegar a la India e inclusive, para los sueños guajiros del Eje, era que las tropas japonesas, las cuales se encontraban en Indochina y amenazaban dicho protectorado, pudiesen conectarse.
El inicio de las operaciones comenzó el 28 de junio de 1942. Sin embargo, la victoria en el sitio de Sebastopol el 4 de julio llegó a embriagar al Fuhrer y pensó que podría tomar más objetivos sin perder tanto tiempo. Este entonces, decidió romper el grupo de Ejércitos Sur y formar dos contigentes enormes: el A y B. El primero dirigido por el general List y el segundo, por Von Bock. El objetivo del Ejército A era llegar hasta el mismo Cáucaso y tomar los pozos petróleros de la zona, como sitiar la ciudad de Baku en la actual Azerbaiyán, mientras el ejército B cuidaría su flanco izquierdo, a la vez que tomaría las ciudades de Stalingrado y Astracán.
El avance veloz que lograron las tropas alemanas en unos cuantos días, volvió a motivar cambios en la configuración de la Operación: El grupo A ya no tendría de flanco al B, sino iría "solo" a conquistar las regiones del Cáucaso, mientras el segundo conquistaría Stalingrado, lo cual aseguraría partir en dos a la Unión Soviética. Obviamente, Von Bock pusó bastantes objeciones, las cuales el Fuhrer desoyó constantemente. Y es que el Ejército B tenía al baluarte de la Wehrmatch y que luego de su espectácular victoria en la Segunda Batalla de Jarkov había sacado la casta: El VI Ejército.
Sin embargo, el mando de dicha formación ya no estaba en manos del fiel von Reichenau. El pobre había fallecido víctima de un ataque al corazón luego de estar corriendo al aire libre con una temperatura de menos 20 grados centígrados. El que había tomado el mando había sido su jefe de estado mayor, el general Friedrich Paulus, el cual sería ampliamente criticado posteriormente.
Por ello, Hitler desmembró aun más el grupo B, al quitar el IV Cuerpo Panzer del eficaz general Hoth y lo envió junto con el I Ejército Panzer del A, para darle más velocidad y potencia. El problema es que esto hizo sumamente predecible las maniobras de ataque alemanes, a lo cual, los rusos no tardaron en darse cuenta.
Para colmo, otra medida fregó más la situación y es que el mejor general táctico de los alemanes, el célebre von Manstein, héroe de Sebastopol, luego de unos días de descanso en Rumania, vuelve con un fajo de órdenes que lo destinan a Leningrado. Hitler pretende que el nuevo mariscal de campo haga lo mismo con la ciudad de Lenin que lo que hizo en Ucrania. Esto representó a la larga un golpe al estilo agresivo de la Wehrmatch. Aunque Paulus era competente, no se comparaba en genialidad con von Manstein (aparte de que este último era el único que aun inspiraba respeto a Hitler, pese a llevarle la contraria varias veces).
Otra cosa, que indirectamente aumentó la confianza del Fuhrer, fue que la estepa rusa se convirtió en una enorme pista de carreras. Aunque se enfrentaron a algunas formaciones menores, los famosos "kessels" (calderas, como le llamaban los alemanes a las bolsas de ejércitos atrapados) ya eran muchos menos y los soviéticos habían comenzado a ceder terreno. Esto hizo que la Wehrmatch se confiara y siguiera avanzando. El detalle es que Stalin había aprendido de sus errores y ahora sí, escuchando los consejos de Timoshenko, estaba retirándose a propósito para evitar más bolsas y aparte, foguear mucho más a los reclutas del Ejército Rojo.
En el lado alemán, las cosas comenzaron a complicarse, cuando a finales de julio, Hitler destituyó a von Bock del liderato del grupo B y puso al general von Weichs al mando. Sin embargo, a la par corrigió el error de restar potencia a dicha formación, por lo cual pidió que el IV Cuerpo Panzer de Hoth volviese con el VI Ejército. Esto a primeras cuentas no habrá resultado dañino, pero en términos militares, fue un desastre: el avance perdió velocidad, lo cual le dió mucha más ventaja a la preparación de la defensa de Stalingrado y peor aun, se consumió precioso carburante que unos meses después, sería determinante para la muerte de toda la formación.
Stalin tampoco lo pasaba nada bien. El dirigente soviético veía como las tropas alemanas estaban tomando las ciudades aledañas al Cáucaso, como Krasnodar, Vladikavkás o Mozdok. Sin embargo, las montañas del Cáucaso comenzaron a hacer de las suyas y las facilidades de la Blitzkrieg se vieron anuladas por el terreno montañoso y los bosques, lo cual impidió la toma de ciudades mucho más importantes, como Grozn o Tiflis, la actual capital de Georgia.
Y es que pese a que el Grupo A de Ejército sumaba casi 3 millones de hombres, al menos la mitad de ellos eran reclutas de países satélites del Eje, como Rumania, Eslovaquia o Hungría. Estos soldados, mal armados y poco experimentados, comenzaron a ser un lastre para los soldados alemanes, que no solo se comenzaron a ver escasos de gasolina, sino también de alemanes. Las distancias en la estepa eran enormes y las tropas lo resentían, mientras los soldados soviéticos hacían labores de tierra arrasada, al grado que los primeros pozos petróleros fueron incendiados para horror de los alemanes.
Al final, un factor terminó decantando las cosas a favor del Ejército Rojo y fue el ego de Hitler. Aunque en la Operación Azul, el tomar Stalingrado, la ciudad del mandamás soviético era un objetivo menor, hasta irrisorio, pronto se volvió un asunto de harta importancia. Cuando el VI Ejército llegó a la ciudad el 23 de agosto de 1942, Paulus pronosticó que tomaría la ciudad en menos de dos semanas. Sin embargo, para el 8 de septiembre, pese a que la Wehrmatch había sitiado el 80% de la misma, la resistencia del 62th Ejército había frenado las ambiciones de Hitler. Este se lo tomó personal y él mismo tomo el mando del grupo A de Ejército, parando en seco su avance y ordenando que tomaran posiciones defensivas. Toda su atención tenía que centrarse en el grupo B, comandado por el VI Ejército.
Esta obsesión por Stalingrado termino siendo la tumba no solo de la Wehrmatch, sino también de Hitler y toda la Alemania Nazi. Si el Fuhrer hubiese enfocado sus fuerzas en tomar el Cáucaso y sitiado Stalingrado, el combustible disponible en tal zona, habría dado un enorme empuje a sus tropas. Sin embargo, otros argumentan que pese a esto, Alemania no habría logrado "someter" adecuadamente el territorio por la falta de hombres y que tarde o temprano, habría habido una contraofensiva que habría terminado con el mismo resultado: la expulsión de Alemania de Rusia. Aun así, no se quita la importancia que tuvo la fijación de Hitler con la actual Volgogrado y que daría pie a una de las batallas más míticas de toda la Segunda Guerra Mundial.
Esa confrontación sera motivo de otra entrada más adelante (o tal vez dos, el tema me apasiona y bastante).
--------------------------------------------------------
Saludos a mi adorable esposa, así a quienes gustan de la Segunda Guerra Mundial.
Por suerte, para este punto del conflicto, me apoyé un tanto en el libro de Antony Beevor, "Stalingrado" y también en otras lecturas. La razón es que "La Operación Azul" se puede ver como una genialidad por un lado, pero también uno de los errores más garrafales de Adolf Hitler, el cual había quedado encumbrado como un gran estratega, desde la planificación del dichoso plan Amarillo, que permitió a los ejércitos panzer alemanes rodear al poderoso Ejército Aliado en las llanuras belgas y con ello, destruir a Francia de un solo mazazo y a todo el Cuerpo Expedicionario Británico.
Ya he comentado en las entradas sobre la Batalla de Moscú y la Operación Barbarroja, como la Alemania Nazi subestimó las reservas soviéticas en demasía (y no es para tanto, ya que ejércitos soviéticos se rendían o se volatibizan enteros ante las maniobras de la Blitzkrieg) y que casi eso les costó la iniciativa en la batalla frente a la capital soviética. Sin embargo, Hitler vendría en 1942, mucho más preparado y armado...aunque también con los mismos errores que a la larga, permitieron que la Unión Soviética tuviese su primera victoria en Stalingrado.
Pero bueno, vamos a ver que pasó en aquella primavera y verano de 1942, mientras el Afrika Korps se daba de topes y con los norteamericanos, así como Japón veía el fin de su expasión con la Batalla del Mar de Coral (la cual espero ahora sí, hablar pronto).
La Operación Azul (en alemán: Fall Blau) fue una operación bélica planificada y ejecutada por la Wehrmacht alemana en 1942 durante la II Guerra Mundial. El objetivo de la operación era arrebatarle los pozos petrolíferos del Cáucaso a la Unión Soviética. Si bien las fuerzas alemanas conseguirían parcialmente sus objetivos, la falta de fuerzas para cubrir el extenso territorio conquistado los obligaría a retroceder rápidamente.
Los éxitos del Ejército Rojo en la contraofensiva invernal en la Batalla de Moscú y luego de la Bolsa de Demyansk, motivaron a José Stalin a movilizar a sus recién formadas tropas de choque blindadas. Pese a las insistencias de Semión Timoshenko, uno de los oficiales de más alta graduación, el mandamás soviético decidió reconquistar la ciudad de Jarkov, por lo cual en mayo de 1942, 600,000 soldados al mando del mariscal Timoshenko se lanzaron desde una saliente que había formado la contraofensiva invernal.
Pese a las iniciales victorias soviéticas, los alemanes se repusieron rápidamente y lograron contragolpes feroces, al grado que la segunda batalla de Jarkov resultó ser una trampa mortal para más de 150,000 tropas enemigas. El encargado de tal proeza, fue el VI Ejército del general von Richenau y que pertenecía al grupo de Ejércitos Sur.
Esta victoria cayó en gracia de Hitler. Al inicio de la Operación Barbarroja, la Wehrmatch se había dividido en 3 grupos de Ejército: Norte, Centro y Sur. Mientras los dos primeros habían tenido triunfos aplastantes pero luego habían caído en un marasmo grave (El sitio de Leningrado y la batalla de Moscú respectivamente), los del Sur habían logrado proezas fantásticas, conquistando toda Ucrania, donde Sebastopol era la única ciudad que resistía, siendo sitiada por el mariscal Von Manstein.
Y es que el canciller alemán había caído en cuenta que la única forma de estrangular definitivamente a los rusos era quitarles su petróleo (y el cual también ya hacía falta a las tropas mecanizadas alemanas), el cual se encontraba en el Cáucaso. El que Alemania tomará dicha región, no solo implicaba abastecerse del precioso combustible y de materias primas, sino también amenazaría Persia y las regiones circundantes (que pertenecían al Imperio Británico). Alcanzar y conquistar dichas tierras de manera posterior, implicaría llegar a la India e inclusive, para los sueños guajiros del Eje, era que las tropas japonesas, las cuales se encontraban en Indochina y amenazaban dicho protectorado, pudiesen conectarse.
El inicio de las operaciones comenzó el 28 de junio de 1942. Sin embargo, la victoria en el sitio de Sebastopol el 4 de julio llegó a embriagar al Fuhrer y pensó que podría tomar más objetivos sin perder tanto tiempo. Este entonces, decidió romper el grupo de Ejércitos Sur y formar dos contigentes enormes: el A y B. El primero dirigido por el general List y el segundo, por Von Bock. El objetivo del Ejército A era llegar hasta el mismo Cáucaso y tomar los pozos petróleros de la zona, como sitiar la ciudad de Baku en la actual Azerbaiyán, mientras el ejército B cuidaría su flanco izquierdo, a la vez que tomaría las ciudades de Stalingrado y Astracán.
El avance veloz que lograron las tropas alemanas en unos cuantos días, volvió a motivar cambios en la configuración de la Operación: El grupo A ya no tendría de flanco al B, sino iría "solo" a conquistar las regiones del Cáucaso, mientras el segundo conquistaría Stalingrado, lo cual aseguraría partir en dos a la Unión Soviética. Obviamente, Von Bock pusó bastantes objeciones, las cuales el Fuhrer desoyó constantemente. Y es que el Ejército B tenía al baluarte de la Wehrmatch y que luego de su espectácular victoria en la Segunda Batalla de Jarkov había sacado la casta: El VI Ejército.
Sin embargo, el mando de dicha formación ya no estaba en manos del fiel von Reichenau. El pobre había fallecido víctima de un ataque al corazón luego de estar corriendo al aire libre con una temperatura de menos 20 grados centígrados. El que había tomado el mando había sido su jefe de estado mayor, el general Friedrich Paulus, el cual sería ampliamente criticado posteriormente.
Por ello, Hitler desmembró aun más el grupo B, al quitar el IV Cuerpo Panzer del eficaz general Hoth y lo envió junto con el I Ejército Panzer del A, para darle más velocidad y potencia. El problema es que esto hizo sumamente predecible las maniobras de ataque alemanes, a lo cual, los rusos no tardaron en darse cuenta.
Para colmo, otra medida fregó más la situación y es que el mejor general táctico de los alemanes, el célebre von Manstein, héroe de Sebastopol, luego de unos días de descanso en Rumania, vuelve con un fajo de órdenes que lo destinan a Leningrado. Hitler pretende que el nuevo mariscal de campo haga lo mismo con la ciudad de Lenin que lo que hizo en Ucrania. Esto representó a la larga un golpe al estilo agresivo de la Wehrmatch. Aunque Paulus era competente, no se comparaba en genialidad con von Manstein (aparte de que este último era el único que aun inspiraba respeto a Hitler, pese a llevarle la contraria varias veces).
Otra cosa, que indirectamente aumentó la confianza del Fuhrer, fue que la estepa rusa se convirtió en una enorme pista de carreras. Aunque se enfrentaron a algunas formaciones menores, los famosos "kessels" (calderas, como le llamaban los alemanes a las bolsas de ejércitos atrapados) ya eran muchos menos y los soviéticos habían comenzado a ceder terreno. Esto hizo que la Wehrmatch se confiara y siguiera avanzando. El detalle es que Stalin había aprendido de sus errores y ahora sí, escuchando los consejos de Timoshenko, estaba retirándose a propósito para evitar más bolsas y aparte, foguear mucho más a los reclutas del Ejército Rojo.
En el lado alemán, las cosas comenzaron a complicarse, cuando a finales de julio, Hitler destituyó a von Bock del liderato del grupo B y puso al general von Weichs al mando. Sin embargo, a la par corrigió el error de restar potencia a dicha formación, por lo cual pidió que el IV Cuerpo Panzer de Hoth volviese con el VI Ejército. Esto a primeras cuentas no habrá resultado dañino, pero en términos militares, fue un desastre: el avance perdió velocidad, lo cual le dió mucha más ventaja a la preparación de la defensa de Stalingrado y peor aun, se consumió precioso carburante que unos meses después, sería determinante para la muerte de toda la formación.
Stalin tampoco lo pasaba nada bien. El dirigente soviético veía como las tropas alemanas estaban tomando las ciudades aledañas al Cáucaso, como Krasnodar, Vladikavkás o Mozdok. Sin embargo, las montañas del Cáucaso comenzaron a hacer de las suyas y las facilidades de la Blitzkrieg se vieron anuladas por el terreno montañoso y los bosques, lo cual impidió la toma de ciudades mucho más importantes, como Grozn o Tiflis, la actual capital de Georgia.
Y es que pese a que el Grupo A de Ejército sumaba casi 3 millones de hombres, al menos la mitad de ellos eran reclutas de países satélites del Eje, como Rumania, Eslovaquia o Hungría. Estos soldados, mal armados y poco experimentados, comenzaron a ser un lastre para los soldados alemanes, que no solo se comenzaron a ver escasos de gasolina, sino también de alemanes. Las distancias en la estepa eran enormes y las tropas lo resentían, mientras los soldados soviéticos hacían labores de tierra arrasada, al grado que los primeros pozos petróleros fueron incendiados para horror de los alemanes.
![]() |
Tropas de montaña alemanas en la cima del Monte Elbrus. |
Al final, un factor terminó decantando las cosas a favor del Ejército Rojo y fue el ego de Hitler. Aunque en la Operación Azul, el tomar Stalingrado, la ciudad del mandamás soviético era un objetivo menor, hasta irrisorio, pronto se volvió un asunto de harta importancia. Cuando el VI Ejército llegó a la ciudad el 23 de agosto de 1942, Paulus pronosticó que tomaría la ciudad en menos de dos semanas. Sin embargo, para el 8 de septiembre, pese a que la Wehrmatch había sitiado el 80% de la misma, la resistencia del 62th Ejército había frenado las ambiciones de Hitler. Este se lo tomó personal y él mismo tomo el mando del grupo A de Ejército, parando en seco su avance y ordenando que tomaran posiciones defensivas. Toda su atención tenía que centrarse en el grupo B, comandado por el VI Ejército.
Esta obsesión por Stalingrado termino siendo la tumba no solo de la Wehrmatch, sino también de Hitler y toda la Alemania Nazi. Si el Fuhrer hubiese enfocado sus fuerzas en tomar el Cáucaso y sitiado Stalingrado, el combustible disponible en tal zona, habría dado un enorme empuje a sus tropas. Sin embargo, otros argumentan que pese a esto, Alemania no habría logrado "someter" adecuadamente el territorio por la falta de hombres y que tarde o temprano, habría habido una contraofensiva que habría terminado con el mismo resultado: la expulsión de Alemania de Rusia. Aun así, no se quita la importancia que tuvo la fijación de Hitler con la actual Volgogrado y que daría pie a una de las batallas más míticas de toda la Segunda Guerra Mundial.
Esa confrontación sera motivo de otra entrada más adelante (o tal vez dos, el tema me apasiona y bastante).
--------------------------------------------------------
Saludos a mi adorable esposa, así a quienes gustan de la Segunda Guerra Mundial.
Etiquetas:
Cáucaso,
Fall Blau,
Hitler,
Operación Azul,
Paulus,
Segunda Guerra Mundial,
Stalin,
Stalingrado,
VI Ejército,
von Bock,
von Riechenau
Suscribirse a:
Entradas (Atom)