Justamente este autor y sus notas ayudaron a Beevor a hacer varios de sus libros, en especial Stalingrado y La Caída de Berlín, gracias a la desclasificación de un montón de documentos y artículos que tuvo posterior a la caída de la Unión Soviética. Grossman pronto se revelo como un cronista prolifico, no solo por la dedicación que le ponía a sus escritos, sino también por el acercamiento natural que tuvo con muchos soldados del Ejército Rojo durante su travesía en el campo de batalla. Esto también le permitió escribir dos obras que lo hicieron famoso tanto por la buena y la mala. Lamentablemente, esto último terminaría por marcar su vida de manera definitiva.
Sin embargo, hoy en día, nadie puede negar el talento narrativo de Grossman, al grado que Beevor realizo un libro formidable en base a sus cuadernos, anotaciones e impresiones que hizo durante la Guerra Patriótica y que es motivo de análisis en la siguiente entrada.
Como siempre, hagamos un poco de contexto. Primero hablaremos de Vasili Grossman y luego del autor, Antony Beevor.
Vasili Grossman nació en Moscú en 1905. Debido a los problemas que hubo secundario al advenimiento bolchevique, la familia Grossman, de origen judío, se mudo a Ucrania, donde se establecieron hasta el inicio de la invasión Barbarroja (toda la familia alcanzó a escapar, salvo la madre de Grossman, que terminaría siendo muerta por agentes nazis, hecho que marcaría la vida de Grossman de muchas maneras). Aunque en un principio aplicó a la escuela de ingeniería, la escritura pronto se revelo como algo innato en Vasili, al grado que desde los 30 años comenzó a escribir como periodista en diferentes gazetas y periódicos moscovitas. El antisemitismo que apareció durante la Gran Purga no alcanzó a tocarlo, pero si lo restringió en ganar oportunidades frente a compañeros menos talentosos.
Vasili Grossman. |
Sin embargo, cuando inició la Segunda Guerra Mundial, Grossman fue destinado por su editor a cubrir el inicio de las hostilidades de tal manera que pronto se hizo una referencia en periódicos, al grado que se decía que el mismo Stalin estaba al pendiente de sus notas (para bien y para mal). Se hizo archirecontra-famoso en 1942, cuando escribió "El Pueblo Inmortal", una novela que relataba los inicios de la Operación Barbarroja pero con un aire sumamente patriótico. Sin embargo, la crítica velada que Grossman hizo de los oficiales y de la mala preparación del Ejército Rojo, no paso desapercibida para el jefe, que inclusive los premios que podría haber ganado, le fueron retirados de antemano.
Aun con esto, Grossman pronto fue objeto de lectura de muchos soldados y gente de la Unión Soviética, por la calidad de sus relatos, pero también crudeza y realidad. Esto le permitió cubrir eventos de gran magnitud, como la batalla de Stalingrado, la batalla de Kursk y la toma de Berlín. Para finales de los cuarenta, Grossman era un periodista famoso. Sin embargo, pronto se metió en líos, cuando comenzó a denunciar los campos de exterminio nazis, al grado que varios de sus reportes fueron testimonio durante los juicios de Nuremberg. Grossman, apolítico pero con cierta ingenuidad, pensó que su novela más potente, "Vida y Destino", ayudaría a transparentar la situación que había vivido el Ejército Rojo y su gente durante la Gran Guerra Patriótica, más con la muerte de Stalin. Sin embargo, Nikita Jruschev quiso mantener la línea dura del partido y para finales de los cincuentas, Grossman ya era un hombre arruinado, donde su obra había sido destruida (aunque una de las copias fue microfilmada por un amigo y disidente, la cual paso a Suiza) y murió en la pobreza en 1964.
Pero como ya se comentó, "Vida y Destino" fue conocida en el mundo occidental gracias al microfilme "pirata" y tuvo una primera gran edición en los años ochentas. Hace unos pocos años, la obra fue vuelta a editar e inclusive con una traducción más fiel directa del ruso (al menos en la edición en español).
Ahora, en cuanto a Antony Beevor (1946), perteneció al Ejército Británico en sus años mozos, llegando a ser oficial en la 11th División de Husares. Posteriormente, se dedicó al periodismo y la historia, llegando a publicar varias novelas a principios de los ochentas. Sin embargo, el éxito no le llego hasta finales de los noventas, luego de la publicación de "Stalingrado", que le valió numerosos premios (y así críticas) por su combinación de narrativa y datos duros. De allí siguieron "Berlín, la Caída" y el "Día D, Desembarco en Normandía", teniendo ese estilo tan peculiar ya descrito y que lo hace más que un historiador, un cronista de primera línea.
Antony Beevor |
Con todo este contexto, uno puede entender mejor la magnitud de esta obra, la cual fue editada en inglés en el 2005 (y donde Beevor tuvo la invaluable ayuda de Luba Vinogradova) y su edición en español fue en el 2006.
Comentario personal: El libro se fragmenta en dos narradores distintos. En uno, Beevor hace un relato corto y preciso de los hechos que rodean una anotación de Grossman (aparte obvio de tener un intro biográfico del corresponsal) que está ordenada en orden cronológico. En otras palabras, Beevor va haciendo acotaciones "enormes" de los escritos que presenta el libro sobre Vasili Grossman. Estos son fragmentos que pueden ser largos o muy cortos, pero que igualmente son muy potentes por donde uno le vea. Son la visión de un hombre bastante común (lo cual Grossman va manifestando en varias ocasiones) y como la vida militar no era nada para él, pero debido al amor y patriotismo que siente por su país, termina por hacer un relato formidable de lo sucedido durante la Gran Guerra Patriótica.
Debo decir que el libro se divide en tres partes muy diferenciadas, no solo por la calidad narrativa, sino por el ánimo del mismo autor. La primera se enfoca en como Grossman narra los inicios de la Operación Barbarroja y como trata de sacar lo mejor del soldado soviético, llegando a enaltecerlo. Sin embargo, también comenzamos a ver sus pequeñas críticas hacia los oficiales y su nula preparación, así su manera tan zarista de tratar a los subordinados.
La segunda parte es un tanto más heroica, donde Grossman sube en un pedestal al soldado del Ejército Rojo, teniéndolo casi como un santo, en especial durante la batalla de Stalingrado. Pese a esto, es la parte que más destaco, ya que la combinación de acción y narrativa es sorprendente y los pasajes de Grossman, pese a ser más largos, son mucho más amenos y potentes.
La tercera parte decae un tanto en la narrativa, pero es inevitable. El cronista se decanta por un relato sumamente crudo de la situación que pasaron no solo judíos, sino otras nacionalidades y hasta gitanos, durante los campos de exterminio que se instalaron en la Ucrania y Bielorrusia. Esta parte llega a ser demasiado dura y hasta uno lo deja acongojado, ya que Grossman no se corta en describir el modo en que los nazis exterminaban a estas personas. Llega a ser tan cruda que tuve que dejar la lectura por unos momentos, ya que todo es tan realista, casi como si vieras lo que sucede (y con razón los jueces en Nuremberg lo usaron como testimonio clave contra varios SS y Nazis).
Y es que Grossman se destaca como un cuentista de primera, como aquellos juglares de la Edad Media, donde van contando cada relato, sin agregarle nada de su cosecha, pero sí haciéndolo de tal manera que te deja impresionado. Aparte, la crónica va evolucionando, ya que la ingenuidad del autor va también cambiando y lo vemos pasar de un adepto patriota, a alguien que no deja de cuestionar las tonterías y estupideces de los oficiales que van guiando a la tropa, aunque también para Grossman resulte un tanto decepcionante.
A la par, vemos intercaladas cartas y otros documentos mucho más intimistas, que muestran no solo la personalidad del periodista, sino también sus miedos, inseguridades y también el apego que le tenía a su madre. Esto va enriqueciendo la lectura y le da ciertos puntos muy altos, pasando de ser un relato, a una especie de novela. Si a esto agregamos como Beevor va intercalando sus propias acotaciones y los datos que complementa, lo hace un libro sumamente ameno.
Grossman frente a un Tiger destruido en Kursk. |
En conclusión, "Un escritor en guerra", es una obra altamente recomendable, en especial para los que gustan de la historia, la crónica o en especial la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el ambiente del frente del Este. Es un relato bastante realista de la situación que tuvo que vivir el Ejército Rojo, tanto en su debacle como su posterior alzamiento.
Ahora, el libro fue editado por Crítica en el formato booket. Se puede conseguir en México en un precio de 10 dólares, al tipo de cambio actual y en las principales librerías del país.
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Saludos a mi mujer ^^ que adoro, así también a Sam por regalarme esta joya, como quienes gustan de este tipo de libros.
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