domingo, 15 de septiembre de 2013

Batalla del Monte de las Cruces: la victoria que derroto a Hidalgo

Todos los que nacimos en una época anterior a los noventas, fuimos victimas de un sabroso lavado cerebral, al estilo de cualquier dictadura comunista, donde nos ponen a nuestros héroes como herederos de la gloria de Jesucristo, tanto a nivel personal como colectivo.

Sin embargo, gracias un profe de secundaria, fue cuando comence a abrir los ojos y darme cuenta que todas las bonitas y lindas historias que nos contaban de los héroes de la Patria, como Hidalgo, Allende, Juárez, Díaz, Madero, etc. etc., solo eran meras exageraciones patrioticas, omitiendo los detalles más escandalosos de los mismos y viendolos como semidioses.

Lo peor no ha sido solamente poner estas gentes en un pedestal, sino también las acciones que tuvieron. Se omitieron los saqueos de los insurgentes, los deseos de venta de más territorio nacional de Juárez o las inclinaciones pro-americanas de Madero.

Por eso, vamos a ver en esta entrada, una de las batllas que paradojicamente, cambió el curso de la guerra de Independencia de México en su primer año de vida.

La Batalla del Monte de las Cruces fue un enfrentamiento militar ocurrido en Monte de las Cruces, cercano a Toluca, en el municipio de Ocoyoacac, Estado de México, el 30 de octubre de 1810, entre las fuerzas del Ejército Insurgente, dirigido por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, y las fuerzas leales a la Corona española, comandadas por el coronel Torcuato Trujillo.

Luego de la emblemática de Guanajuato, donde el mencionado "Pípila" quema la puerta de la Alhondiga y los Insurgentes ganan la batalla, el miedo comienza a cundir entre las ciudades aledañas, lo cual obliga a que Valladolid se rinda ante la tropa dirigida por el cura Miguel Hidalgo sin dar un solo tiro.

De allí, animados por las victorias y porque más gente se le unía (entre indígenas, que formaban la mayor parte del ejército insurgente, así charros, laceros, realistas, criollos, etc. etc.), Hidalgo y Allende deciden marchar finalmente a la Ciudad de México.

El virrey Venegas, manda a su mejor hombre, Torcuato Trujillo, que se había destacado en las guerras napoléonicas, donde logro varios triunfos ante las victoriosas "águilas" de Napoleón.
Sin embargo, Trujillo juzgo la situación de mala manera, considerando que las tropas insurgentes eran mucho menos numerosas de lo que decían los informes.

Primeramente, coloco a sus 2,000 hombres cerca de Toluca. Al momento de lanzar una vanguardia para "calar" a los insurgentes, vió que estos fueron derrotados por Jose Mariano Jiménez de manera desastrosa.

Trujillo se horrorizo ante la situación y comenzó a retirarse primeramente a un poblado cerca del río Lerma, San Bernabe. Sin embargo, cuando los insurgentes tomaron Toluca, se frikeo aun más, ya que un sacerdote le dijo que los insurgentes podrían rodear su posición y hacerlo pedazos por detrás, por lo cual comenzo a escalonar sus tropas, según para ir frenando el avance de Hidalgo y Allende.

Pero Jiménez fue destruyendo estos "escalones" con precisión, lo cual obligo a Trujillo a presentar una batalla "final", por lo cual se posiciono en el mero Monte de las Cruces, que era una zona localizada en el actual Cuajimalpa, por la carretera Toluca-México (para más referencia, por la zona de Santa Fe, al poniente de la city).

Finalmente, las tropas de Jiménez, Allende e Hidalgo se encuentran con las realistas y los ejércitos acampan frente a frente, en la noche del 29 de octubre de 1810.

Allende dispone a su ejército de la siguiente manera. Tiene dos partes, por así decirlo, ya que Jiménez sigue comandando a sus tropas y las deja como "hostigadores" a su derecha, mientras el propio ejército insurgente lo divide en 3 cuadros: el ala izquierda compuesta por una serie de batallones mixtos de las diferentes ciudades que han tomado (Celaya, Valladolid y Guanajuato). A la derecha forma a los lanceros de Patzcuáro y a los Dragones, que son una unidad de caballería mixta combinada con infantería. Pero al centro, coloca a los mexicanos mas bravos del ejército, que son hacendados, laceros y charros, que deberán hacer la primera carga contra el ejército realista.


Por su parte, Trujillo se ve beneficiado del apoyo de Venegas, porque le envía una serie de cañones, así de un regimiento de caballería y de infantería de mulatos bien pertrechados. Aun así, la cosa esta muy desigual: 80,000 hombres contra 2,500.

Sin embargo, pese a la superioridad aplastante, los realistas salen victoriosos del primer choque, ya que la "chusma" insurgente es solo eso. Cuando Allende manda la primera carga en la mañana del 30 de octubre, los realistas los rechazan creandoles importantes bajas, aun pese a que los charros resisten hasta tres descargas de fusiles.

Los insurgentes no se desaniman y vuelven a cargar contra los realistas, llegando a sobrepasar los disparos y trenzarse a bayoneta. Aun así, los insurgentes no logran salir adelante, hasta que ocurre algo que Allende había dispuesto: el ataque de Jiménez.

Este, con sus 30,000 indígenas, comenzó a acosar la línea izquierda de Trujillo desde el inicio. Sin embargo, el realista solo ha puesto un cañon para mermar a Jiménez, lo cual hace que en un instante, los insurgentes esten frente a él.
Desconcertado, Trujillo comienza a mover sus cuadros de tal manera que contenga el avance de Jiménez. Sin embargo, el empuje del Insurgente es aun mayor y comienza a rodear a los realistas.
Trujillo apela a las reservas, tratando de evitarlo y contiene por un momento el avance insurgente.

A la par, un grupo de charros, a base de lanzas, logra avanzar entre el precario centro realista y neutraliza un cañon que diezmaba a las tropas insurgentes, logrando voltearlo contra los propios realistas.
Agustín de Iturbide, que venía con el contigente mandado por Venegas, trata de contratacar con las últimas reservas, pero es rechazado de primeras instancias luego de un combate cerrado con bayonetas. 

Aunque la batalla dura una media hora más, esta casi decidida. Los insurgentes se baten con los realistas con armas blancas, destruyendo a más de la mitad de los últimos, que no tienen otra opción que batirse en retirada.
Allende previendo esto, lanza sus dragones y lanceros sobre los acobardados realistas, que los persiguen hasta los mismos límites de Santa Fe.

La batalla termina con la victoria aplastante del ejército Insurgente, y con la puerta a la Ciudad de México totalmente abierta.

Luego de esto, Hidalgo manda a Allende y Abasolo a negociar con Venegas sobre los términos de la rendición. Claro, el virrey se enfurece, y casi manda fusilar a los dos emisarios, sino hubiese intervenido el arzobispo de la ciudad.

Aquí la cosa se tuerce de manera definitiva: el 3 de noviembre Hidalgo comienza a mover el ejército...pero hacia el Bajío.

A más de 200 años de esta resolución, no se tiene ni peregrina idea porque lo hizo. Las razones de peso estan en la conducta del ejército Insurgente: ya había habido broncas entre el cura y el general Allende. El primero promulgaba por una conducta desenfrenada, casi de lócura entre las tropas, por lo cual el saqueo estaba permitido en el ejército. Allende estaba en contra de esto, quería que las tropas tuviesen una disciplina militar e inclusive la estrategia que planeo en el Monte de las Cruces tenía algo de eso, pero no se cumplió totalmente por la indisciplina de las gentes que acompañaban a los insurgentes.


Allende parece le hizo ver esto a Hidalgo, que finalmente noto el impacto que tendría una chusma como esta, en una ciudad de 200,000 habitantes. El cura temió que el saqueo sería tan horrible, que quedaría marcado para siempre el movimiento.

Finalmente, Hidalgo y Allende serían emboscados por el ejército de Calleja en la batalla de Aculco y luego en Puente de Calderón. Esto terminaría por escindir el mando del ejército insurgente, al grado que Allende pensó en cargarse al curita Hidalgo.

Pero eso, es otra historia....

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Saludos a mi adorable esposa ^^, así a quienes gustan de este tipo de historias. ¡Viva México!

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