martes, 7 de enero de 2014

Waterloo: el ocaso de Napoleón

Luego de dos meses de estar deambulando con tópicos harto conocidos, vuelvo a algo que me apasiona harto escribir y es sobre las diferentes guerras o batallas que ha pasado la humanidad con el paso de los años.

Ya me ha tocado hablar de geniales estrategas como Aníbal, Alejandro Magno, Escipión el Africano, pero no me había enfocado en hablar del magnifico Napoleón...bueno, sí, hable de él en Borodino, pero entonces apenas empezaba.

Pero ¿Por que hablar de la última batalla del gran Corso, que aparte perdió de manera increíble? Sí, digo increíble, porque técnicamente, Napoleón no debió perderla y si ocurrió así, no fue por un error descarado de él ni tampoco la genialidad del enemigo. Realmente fue la conjunción de tantos factores, que vale la pena hablar un poco de ello.

Seh, Wellington, el Duque de Hierro fue el victorioso, pero en un momento, el glorioso Ejército Inglés estuvo a punto de caer frente a las Águilas de Napoleón. Vamos a ver al respecto que sucedió en esta batalla, que con el paso de los años, se ha usado de sinónimo como "derrota" para cualquier situación de orden similar.

Batalla de Waterloo (francés: watɛʁ'lo), combate librado entre el ejército francés mandado por el emperador Napoleón Bonaparte frente a las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington y el ejército prusiano del Mariscal de Campo Gebhard Leberecht von Blücher, cerca de la localidad de Waterloo (Bélgica), el 18 de junio de 1815.

Tras la vuelta del Emperador de su exilio en la isla de Elba, y al reunirse la Séptima Coalición contra él, Napoleón decide invadir los Países Bajos, donde se están reuniendo tropas de la Coalición. Se enmarca dentro de los denominados Cien Días (véanse las Guerras Napoleónicas).

Se considera como parte de la Campaña de Waterloo todos los combates que van desde los primeros encuentros entre las tropas francesas con los destacamentos prusianos el 15 de junio, hasta la retirada final del ejército francés el día 18. Incluyendo dentro de su contexto los combates librados en el pueblo de Ligny, en Quatre Bras, Wavre y el monte Saint-Jean (que ha venido denominándose también como Waterloo).

La primera vez que escuche de la magnifica batalla de Waterloo fue en una peli europea que ví en los años ochentas, que precisamente se titula de la misma manera y que fue una coproducción italino-soviética, donde el famoso Rod Steiger interpreto al Corso en el periodo llamado "Los Cien días", hasta su derrota definitiva en Waterloo y su exilio definitivo a la isla de Santa Elena. Posteriormente, hace unos años, me tocaría comprar uno de sus mini-libritos que vendían, que hablaban de batallas importantes. Hechos en Argentina, tenían datos curiosos e imagenes de los soldados. Lógico, me compré el de Waterloo y hasta la fecha, me lo echado hasta unas 50 veces. La razón, el mismo Corso.


Todos conocemos a Napoleón, sus humildes orígenes en la isla de Corcega (de allí su apodo) y como fue ascendiendo a gran velocidad para llegar a ser subteniente de artillería con apenas 20 añotes. Con unos pocos años más, fue jefe de una brigada que luego sería la base de su famoso ejercito a mediados de la década de los noventa del siglo XVIII y que le ayudaría a conquistar casi toda Italia y luego para caer en Egipto, donde pondría en jaque al imperio Otomano y a los ingleses en la Batalla de las Pirámides.

Sin embargo, los golpes certeros de la flota Inglesa, a cargo de Sir Horace Nelson, terminaron por frenar las ambiciones de Napo y enviarlo de vuelta a Francia, donde luego de dar un golpe de estado (a escondidas) al Directorio, se hizo Cónsul con dos compadres y finalmente decir "¿Y por qué no soy Emperador?", por allá de 1804.

La forma de ser de este hombre y su revolución civil (léase, el Código Napoléonico) forzo a las naciones absolutistas europeas a ponersele al brinco. Claro, Napoleón barrio con cuanta coalición tuviera enfrente, al grado que domino media Europa a placer. Solo Inglaterra supuso un rival de consideración, debido al canal de la Mancha y a la poderosa Armada Inglesa.

Lamentablemente, los planes de invadir la perfida Albión se vieron interrumpidos ante la desastrosa derrota de las Armadas francesa-española en Trafalgar (donde claro, también se cobrarían la vida del buen Nelson), dejando a Bonaparte pensando....pero no por mucho tiempo, cuando decidió que derrotar a Rusia, sería un buen premio.

Claro, el general Invierno se las cobro y la famosa "Grande Armée", vio su suerte en 1812, al sufrir una pérdida de casi un 90% de sus hombres (500,000 entraron a Rusia. Solo volvieron 40,000 a la patria).

Esto provoco desconfianza en Francia y rápidamente Napoleón tuvo que abdicar. Luego de un par de derrotas importantes, el Corso se rindió y acepto el exilio a Santa Elba, una islita del Mediterráneo, para descansar.
Por supuesto, todo era una farsa y Napoleón volvió a la carga luego de escapar de Elba en un barco francés.

Aquí comienza el periodo de los Cien Días y la última gloria del emperador francés. Todo esto entre febrero y abril de 1815.

Cuando las naciones europeas supieron del escape de Napoleón, se formo un Congreso extraordinario en Viena, donde todas formaron la Séptima Coalición, con tal de derrotar y patear el trasero de su rival francés (grande el hombre, porque hubieron seis coaliciones previas para solo vencerlo, con razón decían que la presencia de su sombrero en el campo de batalla equivalia a dos ejercitos enteros).

Mientras, Bonaparte había caminado como el mismo santo Cristo, yendo a caballo hacia Paris. La gente que supuestamente iba a arrestarlo, antiguos camaradas y oficiales, se le unían jubilosos. Luis XVIII, que había tomado el mando mientras, huyo aterrado a Inglaterra.
Finalmente, el Corso llego a París, toma el control de su gente y vuelve a rearmar su Grande Armée. Obviamente trato de negociar su regreso con la Coalición, pero le dieron pepinos. No tuvo otra opción que salir a dar guerra. Por algo decía que él nunca había querido pelear, pero siempre lo obligaban al contrario.

Napoleón entonces opto por una estrategia ofensiva. Un ataque al ejército Aliado, formado por ingleses y prusianos (los rusos iban en camino) que estaba estacionado en Holanda, sería una buena publicidad y aparte haría desistir de las intenciones de atacarlo, ni se diga dañaría la reputación de quien supuestamente era el comandante Aliado, Arthur Wellesley, el duque de Wellington para los cuates.

Desde el principio, había una ambivalencia importante en esta ofensiva. Napoleón tenía casi a su Armée casí intacta. No con tantos elementos como en 1812, donde llegaron a sumar medio millón de hombres, pero si la menos 150,000 que le eran fieles hasta el fin. Aparte, aun poseía a sus 25,000 veteranos, la flor y nata del ejército: La Guardia Imperial.

Por otro lado, la disposicion del ejército Aliado era curiosa: prusianos e ingleses tenían sus campamentos por separado. No tenían buenas relaciones entre ambos y aparte, los comandantes de cada grupo eran de lo más dispares: Wellington era esnob, un total aristócrata inglés y con tendencia defensiva, mientras Leberecth von Blucher, era un campirano, agresivo y partidario de las cargas suicidas. Aparte, el ejército inglés era profesional en todos sentidos, mientras los prusianos estaban conformados más que nada por mercenarios.

Napoleón conocía esto y por ello decidió atacar Holanda y luego Belgica. Si rompía la cabeza de un ejército, podría luego ir por el otro. Verlos juntos le supondrían problemas, pero por separado, era harina de otro costal.

Sin embargo, el mismo Corso tenía broncas: sus mejores oficiales se habían retirado, o se habían suicidado. Ney y Grouchy, aunque capaces, tendían a ser mucho más conservadores y obtusos. Esto a la larga, le ocasionaría problemas.

Napoleón llego a los linderos de Bélgica luego de librar unas cuantas batallas, que aunque no significativas, si comenzaron a dar mala espina: los generales a cargo habían cometido pifias increíbles y solo la aparición del Corso había logrado salvar la situación. Aparte, tenía más de 100,000 hombres a su mando.

Para cuando Wellington se entero de esto, tuvo que salir corriendo de un baile que se organizaba en Bruselas, para tomar las riendas de su ejército. Así comenzó la jornada de Waterloo que comenzaría el 6 de junio de 1815.
El ejército combinado aliado tenía alrededor de 120,000 hombres, pero como se dijo, mal diseminados.

Blucher y sus tropas, con algunos regimientos de Wellington, hicieron frente a las del mariscal Ney, en las batallas de Quatre Bas y de Ligny. Aunque al principio fueron problemas para el experimentado mariscal, este supo contratacar y poner en fuga a ambos.
Aquí comenzó la mala suerte de Napoleón: este, aquejado por una cistitis, tuvo fiebre toda la noche previa y en lugar de madrugar para despachar ordenes, tardo unos cuantos años en hacerlo (como a las 11 de la mañana).

El mariscal Grouchy finalmente recibió las ordenes. Pero en lugar de salir corriendo ("Ve y persigue a los prusianos"), se tomo las cosas con calma de tortuga: desayuno, almorzó, comió y ya para las 4 pm, mando salir en pro de los prusianos. Sin embargo, fue tan leeento el asunto, que las nuevas ordenes de Napoleón ("Persigue, pero luego vienes a echarme la mano"), llegaron tarde y provocaron confusión en el mismo Grouchy.
Este termino por hacer solamente lo primero, lo cual llevo a perder 30,000 hombres para la batalla que se avecinaba, por corretear a unos cuantos hombres.

Entre tanto, la derrota en Ligny provoco pesar en el defensivo Wellington, ya que ordeno retirar a sus hombres de la posición llamada "Waterloo" y se echo, trás unas granjas, esperando el ataque francés.
Sin embargo, Napoleón ya también mostraba decadencia en sus ataques. Antes era conocido como ser un general movible, con tendencia a los movimientos circulares o de envolvimiento. Sin embargo, en sus últimas batallas, aunque las había ganado, había optado por ser totalmente frontal, al grado que la batalla de Borodino en 1812, pudo ganarse más fácilmente, sin necesidad de tanta sangre de por medio.

Esto facilito las cosas a Wellington, cuando vio que Napoleón mandaba a sus tropas de frente contra la posición inglesa, esto a las 11 am del 18 de junio de 1815.
El choque es inevitable y ambos ejércitos quedan en tablas momentaneamente.
Napoleón notó que su archienemigo esta resguardado tras unas granjas que podrían servir de fortines a sus tropas. Por lo tanto, ordenar sacar su mejor arma: la artillería francesa.

Como teniente en artillería, el Corso había sabido darle su lugar a esta preciosa arma. La Grande Armée se destacaba por sus cañones, que tenían mejores métodos de fundición, así de ser de diferentes calibres, lo cual facilitaba mayor impacto y movilidad.
Sin embargo, ese día la suerte traiciono a Napoleón, ya que la lluvia previa a la batalla, había provocado un enorme lodazal.

Los cañones apenas pudieron ser afianzados, lo cual provoco errores de puntería. Para colmo, el efecto rebote de las bolas de cañón eran minimizado por el fango. Harto, Napoleón ordena una carga de infantería sobre una la granja que cubre el ala derecha de Wellington. Si logra tomarla, el Duque tendrá que mover su centro, lo cual dejaría un hueco para la caballería francesa y el final de la batalla.

Sin embargo, la granja no cae, aun pese a los furiosos ataques y cadáveres que van diseminándose por todo el campo. Napoleón llega a obsesionarse a tal grado con la granja, que perdió una preciosísima reserva en este movimiento.
Finalmente, se decanta por otro movimiento, en lanzar al general d´Erley al centro izquierdo de Wellington, donde un combinado belga-holandes le hace frente. El ataque de Napoleón es correcto, pero no cuenta conque tal división naranja esta reforzada por una división inglesa llena de Highlanders, las famosas damas del infierno escocesas, que son lo más duro de lo duro de lo duro del ejército inglés, comandadas por el teniente general Thomas Pickton, que literalmente en calzones, sale a darles frente.

Lamentablemente, la Grande Armée no es llamada así en vano y en cuestión de una hora, hizo pedazos a ambas divisiones. Solo la carga de Lord Uxbridge, a cargo de los famosos Scotts Greys o la caballería pesada inglesa, hizo el milagro de echar a correr a los franceses. Pero los mismos también sufrieron una sangría tan fuerte, que aunque el campo volvió a quedar en tablas, la balanza se decantaba en favor de los franchutes.

Napoleón, aquejado por la cistitis, vio por finalizada la batalla. Solo hacía falta volver a presionar el centro de Wellington y todo terminaría. Dejo esta labor a Ney y el se retiro a la retaguardia a descansar.
El fiel Ney ordeno la carga y vio con sorpresa y alegría que los ingleses retrocedían. Confundiendo esto con la retirada, mando a las Águilas Francesas, los coraceros, a cargar.


Pero con horror, la caballería francesa vio que no era una retirada, sino un reacomodamiento. Los ingleses se habían formado en "Cuadros", que consistía en moverse en un sitio apretado unos contra otros, para protegerse del impacto de la caballería. Dicha formación se componía de varias filas de fusileros que formaban una figura cuadriculada o rectángular, que permitía protegerse las espaldas, mientras alzaban las bayonetas. Este tipo de formación permitía a un ejército sin caballería, resistir los embates del enemigo. Sin embargo, no era nada efectiva contra una infantería a campo abierto. Los cuadros ingleses eran harto conocidos en Europa, ya que decían que los fusileros británicos eran de los mejores de toda Europa.

En cuestión de instantes, 5,000 jinetes se vieron hechos trizas por los eficaces cuadros aliados. Las cargas ligeras de los holandeses e ingleses hicieron retroceder a la arruinada Caballería Francesa.
Sin embargo, la sangría también cobro factura a los ingleses: de 22 cuadros agrupados, solo 8 sobrevivieron a la carnicería. Se dice que Wellington, al ver la hechura de las Águilas francesas, solo pudo decir "Splendids".

Napoleón, en el campamento, tuvo aparentemente dos golpes de suerte: el centro de Wellington estaba expuesto y a la derecha se veía una nube de polvo. Creyendo que este era Groucher, que venía con sus 30,000 hombres, rápidamente mando a su famosa Guardia Imperial a rematar la situación.

La creme de la creme ataco de manera vertical la formación de Wellington, pero al momento de subir la colina, vieron con horror como de repente una línea de Guardias Británicos aparecían entre los matorrales para disparar a quemarropa. La alegría se torno en pánico y la Guardia, por primera vez en la historia, retrocedía asustada.

Napoleón estaba pasmado. Sus veteranos estaban huyendo y para colmo, el polvo que veía a lo lejos, no era Groucher, sino Blucher, que venía con sus prusianos, lanzados sobre el flanco derecho del Emperador.
En fin, que la cosa se hizo un despapaye tremendo, donde los franceses huían del campo de batalla.
Al ver esto, Wellington subió a su caballo y agitando el sombrero, lanzo una carga mortífera sobre los franceses.


El ejército francés, al ver a la gloriosa Guardia Imperial, correr con el rabo entre las patas, también se lanzo en desbandada. Las últimas reservas, al mando de Napoleón, trataron de salir al campo a dar la talla, pero el Corso vio que era imposible. En su último, trato de resistir, formando dos cuadros compactos ante el embiste de la caballería aliada, pero sin lograr resultado positivo alguno.
Finalmente, a las 11 de la noche, el Emperador dió la orden de retirada y dando por finalizada la batalla de Waterloo.

¿Cuales fueron las consecuencias de esto?

Napoleón regreso a París, avergonzado y luego de abdicar a favor de su chamaco, cuando huía a Rochefort, fue detenido por un capitán inglés. Posteriormente encarcelado, fue enjuiciado y exiliado a la lejana isla de Santa Elena, en pleno océano Atlántico. Se dice que murió envenenado 6 años después, aunque no se ha podido confirmar esto.

En cuanto a Inglaterra, con la derrota definitiva de Napoleón, se convirtió en la potencia colonial de aquel siglo, que solo culminaría con su entrada en la Primera Guerra Mundial.

Prusia por su parte, se ayudaría para formar una Academia Militar de renombre (luego de la arrastrada que habían tenido previamente) que sería la base para el futuro ejército prusiano (y alemán).
Finalmente, Francia viviría un periodo de tranquilidad, hasta que el sobrino de Napoleón, el tercero, subiría al trono para dar guerra unos años mas.

Pero eso, es otra historia...

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Saludos a mi princesa :3, así a quienes gustan de este tipo de batallas.







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