martes, 6 de marzo de 2012
McDonalds: no vuelvo a comer allí.
Luego de estar perdido por espacio de 2 semanas sin internet (casí me psicotizo, sino hubiera sido por la red que me presto mi cuñado, más loco me hubiera puesto...de lo que estoy), al fin vinieron a colocarlo y ahora ando disfrutando lo que es una conexión algo menor en velocidad, pero igual estable para hacer mis deberes, como ver anime y mantenerme informado del mundo.
Muchos saben que soy un trotamundos. Me la paso viajando de ciudad en ciudad, primero fue por mi familia y luego por cuestiones de trabajo.
Pero un lugar el cual no quería llegar, era precisamente la gran capital. Por la cantidad de gente y por la rapidez conque se maneja. Lo admito, sigo siendo un pueblerino y me fastidian las ciudades enormes de sobremanera.
Todo lo que se hace por conseguir un trabajo más o menos decente o por el deseo de subespecializarse.
Así que luego de instalarnos en el nuevo Baker Street, mi esposa y un servidor fuimos a investigar la zona, terminando bastante muertos en una de las "famosas" plazas de la ciudad.
Y como no encontramos nada adecuado, nos metimos a lo que ya es harto conocido, un McDonalds.
Ya hacía unos 2 años, no había vuelto a comer allí y no sabía la razón, ya que lo recordaba, eran las "ricas" papas y el sabor de la carne en parrilla (sep, suena a comercial de tele).
Mientras nuestros estomágos rugían por algo rico que comer, yo me esperaba una hamburguesa decente, ya que lógico, el Ronald y su enorme emporio transnacional, había aumentado nuevamente el precio de sus alimentos. Sin embargo, mi esposa me recordo las porciones de las mismas y cuanta razón tenía.
Al momento de ver las susodichas hamburguesas, estas eran del tamaño del puño de un bebé, literalmente. Aunque las papas eran como recordaba, no se comparaban a las que había probado en el KFC y el refresco, la mitad era puro puro puro hielo. El resto una solución azucarada que le daba cierto sabor. Y todo por un precio que facil superaba los 10 dolares americanos, cuando en otros lugares, al menos las comidas estaban bien proporcionadas.
En fin, que los dos terminamos bastante insatisfechos y hasta con hambre, lo cual al menos nos dio motor para alcanzar Baker Street, no sin antes, pasar a comprar unos "raspados", de esos callejeros, que por solo 8 pesos, equivalían al menos tres que uno puede comprar en cualquiera de esos establecimientos de "renombre".
Y he aquí la moraleja del cuento...bueno, más bien no hay moraleja. Solo mi cerebro recordo porque rayos ya no compraba en el establecimiento de la cajita feliz: caros y tacaños. Dudo volver a comer en un McDonalds, salvo sea un caso de desesperación y aun así lo pensaré.
Inclusive, hasta preferiría unas garnachas de la esquina, que con riesgo de la "diarrea", me parecen mucho mejores que las dichosas "hamburguesas" del payaso Ronald.
Ya espero para la próxima reseña, escribir algo más animado, ahora ando en modo "kranky".
Saludos a mi esposa, que aguanto igual esta "travesía", así a quienes visitan y leen este blog.
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Eres un exagerado, yo pensaba que te había pasado algo horrible y esperaba la anécdota de cómo encontraron una cabeza de pollo achicharrada en su paquete de nuggets. De resto es que creo que es lo lógico que ofrecen esos sitios. Mi hermano suele aprovechar siempre cuando tienen los descuentos de 'Hamburguesas a $10 pesos' y entonces puede comprarse hasta 5 por un precio decente y prescindir de los refrescos y las papas. Pero ciertamente si lo que esperabas era una buena comida, difícilmente la encontrarás x)
ResponderBorrarAntes yo comía mucho más en ese tipo de restaurantes de comida rápida (aunque también prefiero Kentucky, o Carls Junior) pero aquí se me han quitado las ganas. Imagínate que son más caros, tienen menos opciones y peor calidad, como si fuera posible.
Espero que todo vaya bien con la travesía de instalar el nuevo hogar. Un abrazo.