viernes, 22 de marzo de 2013

Leyenda Urbana: la planchada

Los hospitales llegan a tener sus múltiples leyendas urbanas. No es para menos, porque el dolor y la muerte siempre estan asociados a la aparición de fantasmas. Si a esas nos vamos, lo que dice Sir Nick casi Decapitado en Harry Potter, es la ley para el fantasma: "Yo soy uno de ellos, porque tenía miedo de morir".

Por ellos, los nocosomios son fuentes generadoras de historias de fantasmas y de espectros. Se habla de niños que aparecen de repente en la noche, de enfermeras que te ayudan y que no habías visto antes o de doctores que vagan por los pasillos del hospital.

Sin embargo, hay una leyenda muy difundida en México. La leyenda de la Planchada.


Esta leyenda fue de las más populares del siglo XX, también es conocida como "La Enfermera Visitante", evoca muchas narraciones misteriosas ocurridos en el Hospital Juárez, el Centro Médico, además de clínicas y centros de salud de la Ciudad de México y sus alrededores.

Una de las versiones de cómo ocurrieron los hechos que dieron origen a la leyenda narra que una enfermera de nombre Eulalia entró a formar parte del personal de un hospital civil, y en poco tiempo se ganó la simpatía y el afecto del personal médico y administrativo.

La joven enfermera era de buena presencia, y vestía su ropa siempre con una blancura impecable, y muy bien almidonada y planchada.

Era entregada a su vocación por atender a los pacientes, en una ocasión el Director del hospital llamó al personal porque iba a presentar a un médico de nuevo ingreso, pero sin embargo ella no acudió al llamado porque se encontraba atendiendo a un paciente.

El médico recién llegado se llamaba Joaquín, era joven y recién egresado, y después de un corto tiempo en el hospital se rumoraba que era orgulloso y envanecido. Cierto día se le encomendó a la enferemera Eulalia que auxiliara al Doctor Joaquín, quien iba a extraer una bala a un paciente que llegaba de urgencia.

Dicen que Eulalia quedó impactada al conocer al Doctor Joaquín, y que después de colaborar con el mencionado médico no dejaba de hablar de sus ojos y de lo bien parecido que era. A pesar de que muchas personas le recomendaron que no se enamorara del galeno, en poco tiempo se hicieron novios, aunque la relación no era equitativa: ella le entregaba todo su amor y él era fanfarrón, y coqueteaba con otras enfermeras.

Pasaron meses e incluso más de un año, y el Doctor Joaquín le dijo que se casarían. Ella se emocionó mucho y comenzó a ilusionarse con la boda.

Un día, él le pidió que le guardara un traje de etiqueta porque iba a ir a una elegante recepción al día siguiente. Ella accedió, y así al otro día el la visitó en su casa, donde se cambió y al terminar conversaron un rato. Eulalia le comentó que había olvidado mencionarle que a la mañana siguiente iba a salir temprano de viaje pues tenía un seminario al norte del país que duraría 15 días.

A la enfermera Eulalia le extrañó un poco que no le hubiera mencionado nada Joaquín acerca del viaje con anterioridad, pero le deseó buen viaje y se despidió del él.

A la semana, ella ya lo extrañaba mucho, y un enfermero del hospital conversó con ella y le confesó que tenía interés de que ella lo acompañara a una fiesta, pero ella le dijo que no podía hacerlo, pues estaba comprometida con el Doctor Joaquín, a lo que él le respondió que cómo iban a estar comprometidos si él se acababa de casar y estaba en su viaje de bodas, además que había renunciado a su trabajo y se iba de la ciudad.

La enfermera Eulalia no pudo evitar sumirse en una profunda depresión por el engaño en el que había sido víctima. Dicen que comezó a llegar tarde al trabajo, descuidó a algunos enfermos, e incluso hay quienes mencionan que se le llegaron a morir por su desatención.

Pasó el tiempo, y ella cayó en cama por una enfermedad que la llevó más tarde a la tumba, en el mismo hospital donde trabajaba.

Después de un tiempo, comenzaron a suceder hechos extraños, estimonios de gente que era atendida por una amable enfermera que no parecía pertenecer al personal del hospital. Una chica joven con la ropa impecable, perfectamente planchada, tal y como la llevaba Eulalia en vida. Normalmente los testimonios eran confusos porque solía atender a los enfermos cuando dormían, se encontraban sedados o estaban muy graves.


Aunque la leyenda de la Planchada comenzó a difundirse en el hospital Juárez de la Ciudad de México (ubicado en el norte de la city), este mito se ha difundiendo en cada hospital del país, donde la Planchada ha tenido su replica, mostrando a una enfermera amable, vestida de manera antigua y muy formal, que atiende a pacientes, o que camina por los pasillos del hospital, cuando es de noche y nadie más esta por allí.

Cuando comence mi externado en un hospital del interior, es lógico que los doctores y enfermeras a los cuales estaba a cargo, comenzaban a hacer ese tipo de comentarios "no te vayas a dormir solo, porque luego te aparece la planchada". Y con eso, los rumores comenzaban a esparcirse. Recuerdo como compañeros decían que una enfermera les había ayudado a colocar una sonda o sacar sangre y que debido a la maniobra, jamás habían podido verla de frente a frente, para luego enterarse que nadie de enfermería se encontraba en ese momento.

O también que en ciertas áreas del hospital, que eran de consulta externa y por razones de ahorro, las luces estaban apagadas, pero a veces se veía a alguien caminar por esos pasillos o peor, escuchar sus pasos, pese a que no había nadie a la vista.

Yo particularmente pase por este fenómeno. Recuerdo cuando era interno en el hospital y estaba en el área de urgencias. El día como siempre, había sido pesado, pero ya para las 4 am, había tenido chance de irme a dormitar. La oficina de médicos estaba llena a no más poder. Sin embargo, recorde que el área de consulta externa adjunta, estaba desierta y aunque las bancas eran incomodas, era mejor dormir allí que en el suelo.

Como mencione arriba, la consulta estaba a oscuras totalmente. Me recoste en una banca y listo, me deje dormir. Como a las 5 y tanto, sentí que alguien me movía. Me volví y parecía que una enfermera me había hallado allí y me decía que me tenía que levantar, que se me hacía tarde.
Y efectivamente, se me hacía tarde, porque a las 5 tenía que reportarme. Pero luego de unos momentos de espabilarme, me di cuenta de que no podía haber una enfermera allí, porque ellas cerraban el turno.

Lógico, se me erizaron los pelos del cogote. Había tenido un encuentro con la Planchada. Claro, tal vez igual lo soñe o solo lo imagine, pero la duda siempre estará allí.
Posteriormente, intente volver a dormir allí en otras ocasiones, pero no volví a experimentar lo de antes.


¿Realidad o un sueño? Nunca lo sabré.


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Saludos a la dueña de mis quincenas, así a Sam que le encantan estas historias, como quienes gustan de las leyendas urbanas.




1 comentario:

  1. Uy, ¿por qué nunca me cuentas tus anécdotas paranormales cuando me vienes a visitar? Si sabes que me encantan.
    Las leyendas de hospitales me fascinan, de por sí son sitios que suelen inspirar un poco de temor (en los que no trabajamos ahí y preferimos no tener que presentarnos) y ya si los completas con entes paranormales, está todo el paquete. Una de mis historias favoritas del manga "seeds of anxiety" es en un hospital, donde se dice que si caminas por el pasillo que lleva al área de maternidad cuando no hay nadie más, ves de reojo la figura de un bebé en el suelo que te pide que lo cargues, y al que no debes ver nunca directamente.
    Saluditos.

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