lunes, 28 de enero de 2013

Batalla de Zama: la cumbre de Escipión el Africano

Santiago Posteguillo se ha convertido en los últimos 2 años, en uno de mis autores favoritos.
Lejos de la pretenciosa actitud de muchos autores de origen ibérico, Posteguillo se ha ido sobre temas históricos, tocandolo de manera como lo hacen los autores de habla inglesa, siendo imparcial y sin encajarse demasiado en poner a la Madre Patria en los primeros lugares o siendo el centro de atención de todo el mundo, así tampoco sin querer transmitir costumbres y características de un lugar a otro, que son totalmente ajenas (lease, como se ve en los animes).

Con la saga de Escipión el Africano, el autor pudo haberse regodeado y con justa razón, ya que parte de las campañas de este general romano, fueron en el territorio de Hispania, e inclusive, una de sus mejores batallas, fue la toma de Cartago Nova, en una brillante maniobra naval y terrestre.

Pero Posteguillo se enfoca más en delucidar el comportamiento y las motivaciones del romano, así de su rival, Aníbal, lo cual se agradece y bastante.

Ya como había comentado, mi gusto por este escritor comenzó en el 2010, cuando mi esposa me compró las Legiones Malditas, el segundo de la trilogia sobre Escipión, como regalo de cumpleaños. Ese invierno me la pase estupendo, ya que me adentré en la vida de un personaje que había juzgado mal, producto de lecturas superficiales en mis años de secundaria, donde mostraban a Aníbal como casi un dios, mientras Escipión era un aprovechado, que a base de disciplina y de golpes de suerte, había logrado las victorias que le dieron el mote de "Africanus".

Y no es que Posteguillo halla disimulado esto (ya que si, muchas de sus victorias si fueron por pura suerte), y por momentos idealizada a Escipión, pero su disciplina, su trato distinto al resto de los cónsules de aquella época, realmente marco una diferencia que lo hizo ser uno de los mejores exponentes de la historia militar de todos los tiempos, en especial con la batalla donde derrotó de manera frontal, al gran Aníbal Barca.

La Batalla de Zama (19 de octubre del 202 a. C.), representó el desenlace de la Segunda Guerra Púnica. En ella se enfrentaron el general cartaginés Aníbal Barca y el joven Publio Cornelio Escipión, "el Africano Mayor", en las llanuras de Zama.

Ya había dado algo de contexto cuando trate la Batalla de Cannas, que significo una victoria aplastante de Aníbal sobre las legiones romanas. Esto le dio bríos a la campaña de Aníbal contra Roma, donde estuvo los siguientes 3 años, conquistando territorio romano en plena Italia y haciendo que otras ciudades, bajo el dominio romano, se pasasen de su lado.

Ante tal situación de pánico, el susodicho Fabio Maximo, volvió a ser elegido dictador y tomó medidas que aunque impopulares, resultaron efectivas. En lugar de lanzar a las legiones en ataques directos o grandes batallas, "partió" tales unidades en pequeñas facciones que solo se dedicaban a lanzar escaramuzas para disminuir el poder de Aníbal, sabiendo que sus hombres y abastecimientos se irían agotando, ya que los cartagineses no contaban con una poderosa flota que pudiera rivalizar a la romana.

Entre tanto, Aníbal esperaba refuerzos de las colonias, en especial de Cartago Nova. Pero Publio Cornelio Escipión, el molzabete que había escapado de la aniquilación en Cannas, sin tener título de cónsul, fue mandado a Hispania a relevar el mando, ya que su padre y su tío, habían muerto en sendas batallas, a manos de Asdrúbal Barca, uno de los hermanos de Aníbal.
Publio, decidido a vengar a sus parientes, comienza a disciplinar las dos legiones que tiene y fortalece su flota, logrando en menos de un año, tomar Cartago Nova, en una maniobra genial.


Esto provoca que el abastecimiento a Aníbal se haga más delicado, lo cual dificulta su campaña, ya que en un momento, busco atacar Roma, pero las murallas de la ciudad y cuatro legiones, le hicieron desistir de su intento.

Entre tanto, Escipión va ganando fama y poder en Hispania. Rapidamente somete a los lugareños y en lugar de mostrar saña, se ve amable con los pueblos hispanos, lo cual le granjea alianzas y comienza a acorralar a los hermanos de Aníbal, en especial a Asdrúbal, que termina por salir huyendo de Hispania, emulando el camino que tomo su hermano por los Alpes.

Sin embargo, cuando Asdrúbal va llegando a Italia, es emboscado y muerto por un cónsul romano, con lo cual da un golpe moral terrible a Aníbal.

En un alarde de falsa modestia, Escipión, luego de su éxito en dominar Hispania y nombrado cónsul, decide hacer lo mismo que Aníbal: atacar Cartago en su propia tierra, por lo cual, recluta con su propio billete, legiones y una flota, que le permite transportar sus tropas a África, aun pese a las recomendaciones de sus amigos que no lo hiciera.
Al principio, esto parece cumplirse, ya que Escipión quiere tomar Útica, pero no lo logra, teniendo que negociar una paz poco honrosa con los cartagineses.
Durante este proceso, conoce a Masinissa, antiguo rey de Numidia, un reino "amigo" de Cartago. Resulta que el chamaco fue despojado del trono por Sifax, que gracias a los favores de los cartagineses, se quedo con el trono.

Masinissa, henchido de odio, decide unirse a Escipión. Aprovechando esta alianza y analizando las defensas de Útica, Escipión rompe negociaciones y se lanza con todo sobre la ciudad. Asdrúbal Giscón, que es tocayo del fallecido hermano de Aníbal y uno de los poderosos señores de la guerra de Cartago, decide enfrentarse al romano y sacarlo a puntapies de África, luego de que Escipión quemará parte de sus campamentos.


Pero Escipión y Masinissa le inflingen una terrible derrota al cartagineses y a su rey aliado, Sifax, en la batalla de los Grandes Campos, lo cual hace que Cartago comience a negociar una paz relativamente tranquila con Roma.

Sin embargo, esto no cae en el gusto de Aníbal, que toma sus tropas y veteranos de Italia, y con ayuda de su hermano Magón, que muere en el trayecto, se embarca hacia África para animar al senado de Cartago a continuar la guerra.


El incendio de una nave romana en territorio cartagines, desata nuevamente las hostilidades, cuando Escipión, que había establecido su base operacional en Sicilia, vuelve a embarcarse, para enfrentarse a Aníbal en su propio suelo, justamente en la llanura de Zama, en Túnez.

Previo al encuentro, Escipión le manda un mensaje a su cuate Masinissa, que necesita de su caballería para enfrentar a Aníbal. Este acepta, pero con la condición de que sea nombrado rey de toda Numidia, una vez acabe el conflicto.

Para la mañana del 2 de octubre del año 202 A.C., dos grandes ejércitos se forman en la amplia llanura de Zama, que actualmente se encuentra en Túnez. Previo al encuentro, Escipión y Aníbal se entrevistan para ver si pueden aliviar asperezas por la vía diplomática, lo cual resulta en un fracaso. Al final, ambos deben enfrentarse y determinar que nación terminará venciendo en la guerra.

Aníbal forma a sus tropas, de manera clásica, pero usando ciertas "ventajas" como arma principal.
La formación clásica, consiste en formar la infantería en el centro y la caballería a los lados. La caballería apenas compone 3,000 hombres de los 37,000 a 50,000 que integran el ejército cartagines.
Como en otras batallas, Aníbal forma 3 líneas principales. En el frente a los mercenarios, que serán los primeros en caer y para evitar su escape, luego una serie de aliados más fieles y por último, a la crema y nata del ejército, los veteranos de Aníbal, que no solo son expertos luchadores, sino rendían pleitesía al general cartagines.
Y claro, al mero frente, los 80 elefantes, que constituía la "caballería" de poder. Aunque Aníbal había alineado más elefantes en otras batallas, él había triunfado anteriormente, teniendo solo 30 a 40.


Entre tanto, Escipión había seguido el "andamiaje" clásico, consistente en alinear la infantería al centro y la caballería a los flancos. Los jinetes romanos estaban al ala derecha, mientras la caballería de Massinisa al otro lado. Tenían como 4,000 tropas, pero eran despreciados por los cartagineses, porque la caballería romana siempre era de peor calidad que su experimentada infantería.
Los infantes romanos seguían la formación "triple aciex" que se había establecido en el siglo IV A.C.
Esta consistía en 3 líneas parecidas a la de Aníbal, donde primero aparecían los Hastati, que eran jabalineros o soldados con armas arrojadizas. Generalmente, eran novatos o mercenarios. Luego los principes, que eran más experimentados, ya con 2 a 5 años de servicio y aparte ya ciudadanos plenos, armados con escudos y espadas. Finalmente, venían los veteranos Triarii, que tenían enormes lanzas y servían para rematar al enemigo.

Esta formación duraría hasta a finales del siglo II, cuando Marcelo, cónsul romano, reformaría el ejército, haciendolo una profesión de carrera y no como un requisito para ser ciudadano.

Para contrarrestar el dominio de los elefantes, Escipión tuvo una magnífica idea que explicare más adelante.

Para cuando comenzó la batalla en la mañana del 2 de octubre, Aníbal lanzo a sus elefantes de primera intención, en lugar de esperar al ataque de la infantería y luego rematar con los paquidermos.
Escipión, sabiendo de esta maniobra, hizo dos tácticas para disminuir el ataque: primeramente, los infantes de primera línea llevaban objetos brillantes para deslumbrar a los elefantes y se confundieran, a la par que toda la banda de guerra del ejército, comenzó a tocar como si estuvieran en un fiestón loco.
Esto termino por minar la capacidad ofensiva de los elefantes. Algunos huyeron horrorizados, otros se desviaron y terminaron por embestir a un ala de la caballería cartagines, lo cual aprovecho Mesanissa para lanzar sus propios jinetes. Esto provoco una batalla paralela, donde la caballería romana y aliados, comenzará una persecusión de la caballería cartaginesa.

Aun con ello, algunos elefantes lograron irse directo contra los romanos. Pero Escipión ensancho el espacio entre los romanos, lo cual permitió que el efecto de la embestida fuera mínimo, a la par que los hastati y los principes lastimaran a los paquidermos y los dejaran fuera de combate.

Aníbal, furioso, lanzó a sus mercenarios. Lejos de la actitud vista anteriormente, los mercenarios rapidamente recuperaron terreno y diezmaron importantemente a los hastati. Aprovechando esto, el cartagines lanzó a la segunda línea, los ciudadanos, que hicieron retroceder brutalmente el centro romano.
Escipión contrataco, lanzando a sus principes, que no solo equilibraron el momento, sino inclusive hicieron retroceder a los cartagineses.

Aníbal entonces alineó a sus poderosos veteranos al frente, que pronto mostraron su valía, diezmando a los principes. Escipión no tuvo otra opción que mandar a sus preciados Triarii para nivelar la situación. Sin embargo, los veteranos aun siguieron empujando y comenzaron ganando terreno para temor de Escipión.

Pero Massinisa, así el fiel Cayo Lelio, comandante de la caballería romana, regresaron luego de darle en la torre a la caballería cartaginesa y se lanzaron como flecha contra la retaguardia enemiga, lo cual sembró muerte y pánico entre los hombres de Aníbal. Este tuvo que emprender la retirada, mientras era acosada de cerca por la caballería romana.

Las bajas de Aníbal fueron enormes, alrededor de tres cuartas partes de su ejército (35,000 hombres) fueron bajas, entre muertos, heridos y capturados, mientras las bajas romanas apenas ascendieron a 3,500 hombres. La victoria romana significo el fin de la segunda guerra púnica y la caída total del poder de Cartago, ya que Roma le impuso sanciones severas a su rival, al grado que quedo desarmada totalmente, al menos en el aspecto militar.

En el caso de Aníbal, aunque había sido un héroe de guerra, el senado cartagines lo culpo de la derrota y su labor como senador, fue obstaculizada gravemente y para colmo, amenazado de muerte. Esto lo obligo a exiliarse y estar vagando de nación en nación.


Por otra parte, la victoria de Escipión, lo llevo a la cumbre del éxito, al grado que la gente le dió el apodo de "Africanus". Sin embargo, pese a su fama, Escipión fue objeto de persecusiones y envidias, al grado que durante la campaña de Asia, que dirigía su hermano, fue acusado de corrupción, lo cual determino su posterior exilio.

Es curioso, como dos grandes generales, terminaron de la misma manera. Pero eso, es otra historia.

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Saludos a mi princesa, así quienes gustan de la historia :3.







2 comentarios:

  1. Muchas gracias por tus líneas y se ve que también te gusta el estilo de redacción de Santiago de Posteguillos, yo también soy su Fan. Me encanta co su lectura es como estar en medio de la intriga palaciega o en la batalla presenciando como se partían el alma y el cuerpo, y el ejercito romano era un ejemplo de disciplina y honor.

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  2. Muchas gracias por tus líneas y se ve que también te gusta el estilo de redacción de Santiago de Posteguillos, yo también soy su Fan. Me encanta co su lectura es como estar en medio de la intriga palaciega o en la batalla presenciando como se partían el alma y el cuerpo, y el ejercito romano era un ejemplo de disciplina y honor.

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