Hace un rato México aseguró su primera medalla olímpica en estos Olímpicos de Río 2016. Que cambio de temporada, porque hace cuatro años, cuando apenas iniciaba este blog es cuando informaba de la gloria que había logrado el Tri sub-23 en lograr el Oro en fútbol. Ahora, un ciclo después, las cosas eran todas desastrosas para la Delegación mexicana. Por supuesto no pienso amargarme hablando de porque las cosas están así. Igual es la única medalla en todo este ciclo y es que desde el 2000 hasta la fecha, los mexicanos nos acostumbramos a ver ganar a los nuestros más que en anteriores juegos. Un servidor es de esa generación que creció con las vergüenzas de Seúl 88, Barcelona 92 y Atlanta 96. Lógico, no esperaba que esta situación se repitiera nuevamente, cuando parecía que habíamos aprendido.
Lejos de esto, hace unos días tome la determinación de ver nuevamente "Carros de Fuego". Sí, la típica película "olímpica" que todo mundo debe ver. Ya la ha visualizado hace más de veinte años, cuando la dieron en Canal 5 con motivo de los juegos Olímpicos de Atlanta de 1996. Como lo único que conocía era la famosa fanfarria que compusó Vangelis para la cita, pensé que sería algo inolvidable.
De forma lamentable, el filme me resultó aburrido hasta el cansancio y aunque lo acabe, fue entre parpadeos y bostezos incontables, al grado que después de tanto tiempo, la termine olvidando. Por supuesto, en aquellos años era un mocoso en todo el sentido de la palabra y muchas películas que considero obras maestras ahora, en su momento me parecieron una basofia enorme.
No obstante, debo decir que le temía un tanto volver a ver esta película. La razón es que antes del cine de los ochentas, la mayoría de las películas se contaban en otro ritmo y en otra forma, siendo mucho más lentas y carentes de un momento cumbre que te acelere a 100 kilómetros por hora. Por ello, no quería dar razón a mi aburrimiento de adolescente y hacerla ver como un "Ciudadano Kane". Ese tipo de filmes que uno dice que es maravilloso, pero que en realidad son bastante aburridos.
No digo que "Carros de Fuego" se haya salvado de dicha quema, pero debo decir que a su manera, es bastante buena y sobre todo, narra a su propia manera lo sucedido con dos atletas británicos que dieron la última gloria olímpica posguerra que luego Estados Unidos no tardaría en arrebatárselas de manera definitiva.
Argumento: El filme narra la vida y lucha de dos ganadores británicos de medallas olímpicas en París 1924. Por un lado tenemos a Harold Abrahams, un estudiante de leyes de origen judío que entra a Cambridge, pero que debido a su religión, es excluido por la sociedad inglesa conservadora de aquellos años. Para demostrar su valía, comienza a correr en el equipo de la Universidad, llegando a ser de los mejores del país. Por otro lado, tenemos a Eric Liddell, un pastor cristiano que aparte de dar estupendos sermones en Escocia, también es un buen corredor, lo cual hace que se enfoque en las Olimpiadas de 1924, creyendo en que es un don que Dios le ha dado. El cruce entre ambos corredores dará pie a una rivalidad que se mostrará más adelante.
Comentario personal: De antemano lo digo. "Carros de Fuego" no es mala. Hasta debo decir que es entretenida. Claro, sí lo ves con los ojos del tiempo en que fue hecha y también porque es una producción enteramente inglesa. El cine de este tipo suele ser un tanto más frío, que se enfoca más en las actuaciones y en tener una concordancia casi milimétrica. No es como el americano que depende más de subidones de adrenalina o de describir momentos de gran importancia a un nivel narrativo que raya la velocidad de la luz.
No, el cine británico es más pausado y tranquilo. Falta ver películas como "Hot Stuff" o "Love Actually" para ver que ellos se toman con calma las cosas y donde el ritmo va en segundo plano. Lo que cuenta son los diálogos y las interpretaciones. Aquí es donde "Carros de Fuego" se lleva las palmas por mucho y que aparte sale bastante bien aventajado con una historia que se cuenta bien y sin demasiadas florituras. Tampoco insultan la inteligencia del espectador, al no redundar en algunas cuestiones (como el racismo y el prejuicio) y te dan detalles bastante elocuentes de lo que sucede en ese momento.
Generalmente cuando cuentas la historia de dos personas en una película, siempre hay una inclinación hacia alguno, más cuando son tan diferentes uno del otro. Por un lado tenemos la lucha de Abrahams por ser reconocido pese a su origen y luego la de Liddell y su pasión por Dios como por todo lo que representa. A primeras cuentas, la historia de Abrahams parece más exquisita (su historia personal, caracterizada por su pasado judío en una sociedad inglesa ultra-conservadora), pero luego vemos que Liddell también tiene mucha tela de donde cortar, en especial cuando se le pone al brinco a su hermana que desea verlo convertido en misionero o el carisma con el cual enfrenta a las personas por su Fe hacia Dios (y a sus reglas).
Así que el filme, pese a su ritmo semilento, en realidad se lleva bastante bien, alternando las tramas de uno y de otro, donde vemos el talento que tiene uno (y en que Liddell sale ganador, ya que llega a batir a Abrahams en una competencia), pero también el tesón del otro para sobrepronerse a la derrota y seguir entrenándose. Aquí, el personaje del entrenador, interpretado por un joven Ian Holm, saca el momento tipo "Rocky", pero muy a su manera y que llega a ser muy ameno, tanto sus intervenciones en diálogos como en lo que le pide a Abrahams para mejorar.
Sin embargo, lo que le daría la nota sobresaliente son ciertas escenas que llegan a niveles geniales, como cuando Abrahams es confrontado por dos decanos de Cambridge, o el momento que Liddell lidia con los organizadores del Comité que le instan a participar en domingo, aunque este se niega, ya que lo considera un día santo y que no se debe laborar en absoluto. Las resoluciones y consecuencias de esto van marcando la película y dan un final bastante seco, donde la competencia final se ve muy apachurrada, aunque sin quitarle mérito a la victoria de ambos contendientes en la pista.
Y es que "Carros de Fuego" debería verse más como una película motivacional y existencialista. No es el típico filme de deportes norteamericano donde una persona y/o equipo se van superando, llegando a la gloria en un partido dramático. Habla más de la forma de pensar de una persona y que lo hace seguir hacia adelante. En el caso de Abrahams, es el deseo de victoria y aceptación, mientras Liddell es el de corresponder a Dios por el talento que le proveyó. Este pretexto inclusive llega a meter a los protagonistas en líos, pero lejos del dramatismo barato de que lo han perdido todo por llegar allí, tampoco es así y menos los hace dudar para lograr el sueño de una medalla olímpica.
Ahora, la parte que sí me shockeo y mucho fue el tema de Vangelis. No tengo nada en contra de este, ya que lo considero genial en todos sentidos. Sin embargo, ya con mayor edad y experiencia quería hacer un análisis del resto de la banda sonora...claro, sí existiese una. Sí, hay instantes donde se escucha el sintetizador del compositor griego, pero salvo momentos muy puntuales, esta no existe. Lo único fabuloso es el tema de inicio y salida, el cual es el mismo (hasta con esa emblemática escena donde el equipo británico de atletismo se entrena en alguna fría playa de Inglaterra). Pero fuera de allí, nada de nada. Sí, el tema vale un Óscar, pero no el resto de la insípida banda sonora.
La película no esta exenta de errores o de cuestiones que hacen que muchos la vean como medio aburrida. El primero, el más clásico, es la correlación con la realidad. Algunas cosas fueron alteradas a propósito para darle dramatismo (como la protesta de Liddell de no correr en domingo) y también con ciertos momentos en la vida de ambos protagonistas. Otro punto es que la edición de repente me chocaba y pasabas demasiado a prisa de un escenario a otro, llegando a confundirme en que sí estábamos hablando de Liddell o de Abrahams, aparte de que las escenas filmadas en 1978 (fecha del fallecimiento de Abrahams) están filmadas de tal manera que no sabes sí es un tiempo más presente o pasado.
En cuestiones más "subjetivas", repito, el ritmo del filme es semilento y también la forma de enmarcar muchos hechos memorables es bastante seca. Es cine inglés y por consiguiente, no tiene ese nivel de narrativa loco al que estamos acostumbrados los americanos.
En cuestiones de posproducción, el doblaje que en su momento estuvo a cargo de Procineas, hace un trabajo bastante decente y donde podemos escuchar voces que hoy están consagradas como Gabriel Pingarrón o Magdalena Leonel. Lo que sí me pareció curioso fue que Víctor Trujillo estuviese haciendo a Abrahams en una voz bastante juvenil. Claro, el actor/payaso/showman estuvo en este rubro antes de entrar directamente en la Televisión años después, justamente Imevisión.
En conclusión, "Carros de Fuego" es una buena película, tanto a nivel interpretativo como en narrativa. No es de esos filmes que van envejeciendo conforme pasan los años y su fotografía como caracterización de los años veinte es bastante buena. La historia de los dos protagonistas es bastante interesante y pese a carecer realmente de elementos dramáticos (salvo la repulsión que Abrahams despertó por su condición de judío), la forma de contarla es bastante adecuada.
Claro, para las generaciones actuales les resultara un poco sosa, pero considero que es una fiel hija de sus tiempos (tanto por la época que nos describe como en que fue hecha) y que unida a un genial leimotiv como el que hizo Vangelis, es una película que se disfruta. Recomendable para los que les gusta este tipo de cine.
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Saludos a mi mujer ^^, así a quienes gustan de este tipo de películas.
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