Oficialmente, soy fan de Guy Delisle. Caricaturista de origen canadiense y que actualmente es archireconocido por las reseñas de sus diferentes viajes alrededor del mundo (primero como supervisor de animación y luego como el esposo de una funcionaria de la ONU), el hombre ha sabido plasmar, con talento, humor y bastante pícardia, las viscicitudes que viven diferentes pueblos alrededor del mundo (y que para rematar, no son muy conocidos o bastante cerrados).
Ya en una entrada previa había detallado los inicios de mi "affaire" con este autor, con "Crónicas de Jerusalén". Lamentablemente, por cuestiones económicas ya no pude seguirle la pista en un rato al buen Delisle, y nuevamente, en un arranque de piratería (jojo), me descargue varias de sus obras más conocidas como Crónicas Birmanas, Shenzhen y el famosísimo Pyongyang. Así que mientras aprovechaba cuidando a mi bello pero latoso sobrino, me puse a leer este último y debo decir que salí encantado. Al grado que cuando aproveche una subida de dinero en mi bolsillo y a la par una promoción en una famosa librería de la City, no dude en lanzarme a comprarlo.
Y por esto, aquí va la reseña de uno de los primeros éxitos de Delisle: "Pyongyang".
Pyongyang es una novela gráfica del historietista Guy Delisle que relata su estancia en Pionyang, capital de Corea del Norte. A través de anécdotas y situaciones reales muestra, con un toque de humor, su choque cultural con la sociedad norcoreana bajo el régimen político de Kim Jong-il, uno de los más herméticos del mundo.
Delisle se inspiró en su trabajo en SEK Studio como supervisor de series de animación para la televisión francesa TF1. Dibujó la obra en Etiopía, donde residió temporalmente mientras su esposa trabajaba en Médicos sin fronteras. En 2003 la editorial L'Association publicó su primera edición, y en España es distribuida por Astiberri.
Occidente tiene una forma muy particular de ver el resto del mundo. Siempre pensamos que nuestras costumbres, tipo de comida, así como visión la comparten los demás, en especial los habitantes de países tan lejanos como China, Japón o Corea. Claro, la globalización ha hecho que las diferencias culturales se minimicen y puedas hablar de casi lo mismo con un habitante del lejano Oriente. Sin embargo, hay países que mantienen abismos culturales y sociales altísimos, por diferentes circunstancias. Y como ya vimos, en Asia, este tipo de naciones son bastante comunes.
Ya con "Shenzhen", la primera novela gráfica de Guy Delisle, el autor se dedicó a hacer hincapié en estas cuestiones, fiel a su estilo, entre cómico y sarcástico. Pero con "Pyongyang", comenzó a volarse la barda, no solo por la forma de hacerlo, sino por retratar uno de los regimenes más cerrados y duros de todo el mundo.
¿Cómo es que Delisle logró "infiltrarse" en la cerrada Corea del Norte? Aunque el actual líder de Corea haga ver (como su abuelo y padre en su momento) que su país es autosuficiente y que es víctima de las malvadas intenciones de su vecino del sur y por supuesto, de la nación gringa, los Estados Unidos, no se puede negar que el lugar vive en una perpetua crisis económica que se ha tratado de ocultar. Por ello, las subcontrataciones, un concepto que se puso de moda en toda Asia y que permitía abaratar costos a empresas europeas y americanas, comenzaron a permear también en Corea del Norte, al grado que el país ha tenido una muy limitada apertura a extranjeros, pero sobre todo europeos y con fines más artísticos que bélicos o de manufacturación.
Por ello, Delisle logró llegar a mediados del 2003 a la capital de Corea del Norte, Piongyang, como supervisor de animación en uno de los tantos estudios de animación que mantenía un importante canal francés en aquellos lares. Y aquí es como comienza la aventura del dibujante en un país, no solo extraño culturalmente, sino con una política y visión distorsionada a un gran formidable. El autor lo manifiesta de manera tajante cuando al momento de ingresar en la aduana, el guardia de la misma le permite pasar muy pocas y que nada fuese subversivo para el regimen (curiosamente, si le dejaron entrar un ejemplar de la novela de George Orwell: 1984. Eso y algunos CDS de música como reggae).
Justamente, la base de esta novela gráfica esta basada un tanto en la crítica que hace el mismo Orwell sobre el regimen opresor del gran Hermano de 1984: Guy hace una visión observada (más no crítica, aunque se le escapa esto por algunos momentos) sobre la forma en que el gobierno norcoreano va moldeando las mentes de sus ciudadanos, haciendolos no solo leales, sino metiéndoles de manera brutal la doctrina del Partido. Esto se confirma cuando Delisle conoce a su "guarura" y su traductor, que llegan a ser una especie de cinturón de restricción mientras él se encuentra en la capital, llegando a pararle los pies en seco cuando quiere conocer tal o cual lugar.
Delisle al principio lo pasa con humor, pero conforme las semanas pasan (estuvo dos meses en la capital), su humor se va haciendo más agrio y la restricción de libertades comienza a pasarle factura, ya que se vuelve más crítico del regimen y también de las políticas del mismo. Para colmo, la naturaleza observadora del autor se hace patente, ya que comienza a ver situaciones muy irregulares (como que es un país extremadamente limpio y sin indigentes, pero de repente llega a captar gente robando frutos de los árboles o personas que se pasean de manera enigmática durante las largas y oscuras noches de la ciudad). La más potente es cuando visita el emblemático Metro de Piongyang y lo ve todo iluminado como un castillo de luces, mientras el resto de la ciudad si apenas tiene algunas luces encendidas (como la que ilumina el retrato del Gran Padre de la Nación).
Debido a la restricción que marcaban sus "cuidadores", pensé que el libro solo se enfocaría en sus problemas de costumbre, pero por suerte, a Delisle le permitieron visitar varios sitios emblemáticos, como el Palacio de las Naciones, donde un enorme bunker, enclavado en la montaña, está lleno de tesoros de las naciones del mundo y que felicitan a Corea del Norte por su forma de gobierno. El autor varias veces tiene que morderse la lengua para no soltar un comentario soez o cómico sobre estas cuestiones, so pena de ser castigado o censurado por sus acompañantes. Otro detalle igual de curioso, fue ver que el país, al menos en la capital, está lleno de extranjeros y que muchos trabajaban de la misma manera de Delisle: por subcontratación.
Delisle también describe el sistema de ayuda humanitaria en dicho país y como este es casi mínimo, ya que el gobierno es tan rígido en su control, que toda ayuda, desde alimentos hasta dinero, van a parar a los altos mandos del partido y no a la población blanco, la cual, aunque no se muestra, en su mayoría vive en condiciones de hambruna o siendo marcada como políticamente inaceptable. Lamentablemente, por estas cuestiones, las restricciones hacia la zona desmilitarizada son inmensas y Delisle se quedo con las ganas de mostrarnos otra faceta del gobierno.
Otro punto bastante fuerte es el adoctrinamiento de la población, que llega a ser imponente, en especial para evitar que información de fuera llegue a sus manos y como la de adentro se maneja de tal modo que la gente cree realmente en las mentiras del Partido. Falta ver las reacciones que tienen el guardaespaldas del autor o su traductor, que pese a hablar otros idiomas, estar educados en otras naciones, consideran a su país como el mejor lugar de vivir, pese a que muchos problemas o cuestiones muy poco éticas, les rodean constantemente.
Por supuesto, viene la comparación obligada con "Crónicas de Jerusalén" y debo decir que el autor va mejorando su estilo con el tiempo. No niego que este libro es bastante bueno y ya tenemos el estilo que caracteriza a Delisle (a diferencia de Shenzhen que casi me sacó un ojo por el diseño y color tan aberrante), pero algunas cosas todavía le falta esa picardía que disfrute muchísimo en la primera obra que leí del susodicho. Curiosamente, las cuestiones políticas, tan tocada en Jerusalén, acá apenas son mencionadas de manera mínima. Es obvio que Delisle no simpatizó con el regimen, pero tampoco se enfrascó en críticarlo, sino en describirlo y hacer ver algunas cuestiones bastante extrañas y aberrantes del mismo (Como el hecho de tener retratos del gran Padre y su Hijo por todos lados).
En conclusión, "Pyongyang" es una estupenda novela gráfica. En el primer momento que la leí en la PC, me la chute de un solo tirón y varias veces tuve que contener una carcajada (por temor de despertar a mi sobrino jeje) y aunque la segunda vez ya no es tan potente (cuando lo tuve en físico), algunas escenas son emblemáticas y no se olvidan nunca. Aparte, es una forma sabrosa, amena y original de conocer un país del cual no se tienen casi datos. Si ya sabía algo de Corea del Norte, la obra de Delisle se encargo no solo de ampliarlos, sino de confirmar otros. Recomendable, por donde se vea.
Aquí en México, se puede conseguir por la editorial Astiberri. Lamentablemente, como casi es un producto de importación, su precio si llega a ser excesivo, salvo si hay promociones, donde se abarata. Vale realmente la pena el gasto.
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Saludos a mi Hinata-sama x3, así a quienes gustan de este tipo de obras.
Una maravilla, como todo lo de Delisle, claro que sí.
ResponderBorrarSaludos.