viernes, 13 de mayo de 2016

La Tragedia de Hillsborough: un día negro en la historia del fútbol inglés.

Como ya he comentado en otras entradas, no todo fue luz y alegría en los años Ochentas. Debido a que era una época de transición, muchas cosas no terminaron de cuajar y eso permitió que se viviera unos años más desenfadados, comparados a los noventas, que sí dieron el empujón definitivo a muchos eventos. Por ello, varios determinan que la década era bastante "liviana" y fresca. Esto inclusive se reflejaba en la política de varios países, sobre todo EUA y URSS, que vieron afianzados sus lazos e inclusive, hubo la relajación en la política interior y exterior en esta última con la Perestroika. Parece irónico que el Muro de Berlín caería en el último año de aquella década, ya que antes de eso, la paz se mantenía de manera precaria en la mayor parte del mundo.

Sin embargo, pese a esto, hubo eventos que marcaron cierto tipo de cambios que no se vería en su totalidad, no en los años noventas, sino hasta principios de la década pasada. Uno de ellos, tuvo que ver con las regulaciones en los estadios de futbol, y que en cierta manera, terminó encareciendo este tipo de eventos, al grado que un Mundial hoy en día se considera tan caro como una justa olímpica. Esto con el fin de proteger al aficionado y hacerlo sentir más confortable, algo que antes no era visto de tal forma. Uno de los dos eventos que marcarían un antes y después, fue la Tragedia de Hillsborough, y del cual hablaremos a continuación.



Antecedentes: Antes de la tragedia de Hillsborough (y la de Heysel, la cual comentaremos en otra entrada), los estadios de fútbol tenían un diseño que era casi del año del caldo, los cuales consistían primero en tener gradas donde uno se podía sentar, pero otras donde disfrutabas del juego estando de pie. Un ejemplo de dicho graderío se veía en el viejo Maracana, donde al menos 80,000 personas veían el juego estando paradas. Esto claro, aumentaba la capacidad del inmueble y permitía que el interior fuese una fiesta en todo el sentido de la palabra.

Para evitar que los aficionados a pie invadieran las gradas numeradas y con asiento, se disponían de vallas de metal que separaban ambas secciones y que igual, impedían el paso hacia el campo de juego. Este tipo de construcciones se hicieron muy comunes en los estadios sudamericanos, donde inclusive hoy en día continúan, más por medida de protección de los jugadores, ya que los hinchas de tales latitudes pueden ser bastante agresivos. Otro lugar del mundo donde se hacía de manera común, era Inglaterra.

La isla, considerada el padre del fútbol moderno, es toda una potencia a nivel futbolístico, pero lo es más aun a nivel aficionado. Allá, el soccer es considerado el deporte rey, superando aun al rugby o el cricket. Tener un equipo se considera una tradición, el cual se sigue con fervor, al grado de que ha desatado peleas inclusive entre amigos y familiares. Esto provoco un fenómeno que aun sigue en estos días, llamado hooliganismo, que es un anglicismo con el cual se designa a aquellos sujetos ultraviolentos que cometen desmanes y problemas a raíz de un partido de fútbol. Aunque el fenómeno se veía gestando en la gran isla desde principios del siglo XX, fue hasta los sesentas, cuando se disparo de manera importante, esto cuando los clubes ingleses comenzaron a hacerse presentes a nivel mundial.

Pese a que la policía y sectores civiles trataron de combatir este movimiento, el hooliganismo se basaba también en sus propias reglas, cuasi como si fuese una mafia o algo parecido, ya que inclusive dichos movimientos tenían nexos con trata de blancas, extorsión, así a movimientos políticos e ideologías neonazis, amén de que las autoridades se hacían de la vista gorda, ya que lo veían como una consecuencia "natural" de un fanatismo muy arraigado. Curiosamente, el hooliganismo no tuvo que ver en absoluto con Hillsborough, pero su presencia fue lo que desato la desordenada y pobre actitud de la policía que sí desemboco en dicha tragedia.

Precisamente, a raíz de la tragedia de Heysel, ocurrida cuatro años antes, las autoridades británicas, tanto policíacas como futbolisticas trataron de modificar "en parte" el efecto del hooliganismo en los estadios, como minimizar las compras de boletos por parte de un lado, así como usar sedes alternas. Todo esto se vio en el año de 1989, cuando los equipos de Liverpool y Nottingham Forest llegaron a una de las semifinales de la Copa de Inglaterra (hoy llamada FA Cup), la cual tiene la peculiaridad de reunir a todos los equipos de las primeras 4 divisiones de futbol en el país, lo cual le da un enorme relieve y también una cantidad de aficionados inusitada.

Por ello, la Federación de futbol inglesa disponía que las semifinales de dicho torneo se jugaran en sedes alternas y con estadios de alta capacidad. Uno de los tantos escogidos fue el estadio de Hillsborough, el cual tenía un aforo máximo para 54,000 personas. Sin embargo, como parte del graderío era para personas a pie, en un partido de 1934, el estadio llego a tener hasta 72,000 gentes. Las partes del estadio para los espectadores sin butaca, eran las cabeceras, por lo cual la policía podía meter a los aficionados (en especial los hooligans) en esos lugares sin que diesen mayores problemas, por supuesto, teniendo las famosas vallas metálicas como medidas de protección.

La tragedia: la fecha pactada fue el 15 de abril de 1989. Los organizadores eligieron la ciudad de Sheffield como sede de una de las semifinales, precisamente entre el Liverpool y el Nottingham. Aunque la elección parecía la más sensata, ya que el estadio de Hillsborough se encontraba a la mitad de los dos equipos rivales, en realidad resulto ser un dolor de cabeza horrible para las autoridades. La logística fue rebasada, ya que repartió sus unidades en dos grupos. Uno que se encargaba de vigilar el estadio y otro que había establecido retenes en las carreteras aledañas. Esto dio por resultado que muchos fans, especialmente de Liverpool, se viesen apurados por llegar al estadio, sufriendo inclusive hasta un retraso de una hora.

La logística de la policía se vio rebasada. Se supone que los espectadores de ambos equipos llegarían en tandas pequeñas, lo cual facilitaría la distribución de los aficionados en el estadio. Lamentablemente, los retenes no funcionaron bien y grupos o cédulas de fans mucho más grandes (aparte de fastidiados, furiosos y con prisa) comenzaron a llegar. Se supone que los hinchas del Liverpool entraría por la puerta "oeste" del estadio, mientras los del Nottingham sería por la puerta "este" (ambos graderías de cabecera, para personas a pie, por lo cual igual el número de boletos se vendió a lo loco y sin control). Aunque las cosas funcionaron bien para los fans del Nottingham, lo del Liverpool fue todo un horror y desastre.

Para las 14:50, diez minutos antes del encuentro, había una enorme cantidad de hinchas del Liverpool en la entrada Oeste. La policía veía con nerviosismo como la aglomeración crecía y crecía. Solo una entrada, por mera restricción estaba abierta (la que daba directamente al túnel 1, el único que comunicaba al graderío 3-4, justo atrás de la portería). La falta de policías y el ambiente puso nervioso al aparato preventivo. En un momento, alguien, quien sabe quien, dio la orden de abrir la puerta C y por consiguiente, abrir en su totalidad las puertas. En aquellos años, el uso de torniquetes no estaba contemplado y por consiguiente, las rejas se abrieron de par en par. Al instante, más de 2,000 aficionados del Liverpool se apretujaron sobre el túnel, en lugar de hacerlo sobre la puerta C que llevaba a los graderíos laterales. Algunos fans viendo que la cosa no estaba bien, trataron de disuadir a los otros de cambiar de dirección, pero el ansia de ver el partido era demasiada y no hicieron caso.

La tragedia comenzó. Los fans que entraron al último comenzaron a empujar a los que habían llegado más temprano, al grado que se produjo una avalancha terrible. Muchos testigos supervivientes contaron como solo veían cuerpos, manos y piernas encima de ellos, sintiendo como se partían en dos por el peso de estos. Inclusive, varios vieron como algunas personas gritaban pidiendo aire, para luego desvanecerse y ya no volverse a levantar jamás. Varios más comenzaron a pedir ayuda a la policía, la cual resguardaba las vallas, gritando que abrieran las rejas. Sin embargo, estos se mostraron titubeantes y tardaron más de 10 minutos en reaccionar, inclusive cuando el partido ya había comenzado.

La gente estaba desquiciada y algunos comenzaron a subir hacia la grada superior, apoyados por los fans de arriba, tratando de escapar de la asfixia y del aplastamiento. Finalmente, tras minutos de titubeo, la policía decidió abrir las rejas, haciendo que la estampida se precipitará aun más. El aparato policiaco pensó que era una invasión de Hooligans, por lo cual la entrada al campo de los aficionados fue muy lenta y desesperada. A tal grado llego la apatía de la policía que inclusive prohibieron a las ambulancias entrar al terreno (las cuales había varias en el área), creyendo que podían continuar el partido sin problemas si desalojan a los hooligans. Ante esto, muchos fanáticos de ambos equipos corrieron a ayudar, arrancando anuncios y vallas, con las cuales comenzaron a cargar a los heridos.
Finalmente, se decidió suspender el encuentro, los equipos fueron a los vestuarios desconcertados, cuando se enteraron posteriormente por televisión de lo que había sucedido.

Consecuencias: 94 personas murieron ese día en Hillsborough, más otras 766 resultaron heridas en diferentes grados, resultado de la avalancha, causando la asfixia en muchos de ellos. Dos personas más fallecerían en el transcurso de los siguientes 4 años a consecuencia del incidente. Aunque en un principio se achaco la tragedia al hooliganismo, las fuentes decían todo lo contrario.

Primero, se critico las condiciones del estadio, el cual tenía vallas con pocos accesos, así también el túnel que era sumamente pequeño y con una visión reducida, lo cual hizo que muchos fans se confiasen. Luego se hablo del sobrecupo, el cual propició que se amontonase tanta gente en un solo sitio. Finalmente, se señalo de manera directa a la policía y su manejo del evento, el cual obviamente fue pésimo y titubeante. Sin embargo, aquí es donde comienza lo peor de todo.

Pese a que este suceso hizo que los estadios de Inglaterra fuesen reformados (quitando las gradas de a pie, retirando las vallas, poniendo torniquetes de entrada y haciendo que todos los aficionados tuviesen un asiento numerado), el gobierno de Margaret Thatcher se enfocó sobre el fenómeno del hooliganismo y señalo como verdaderos culpables a los fanáticos, pese a que el informe oficial decía que el responsable había sido el cuerpo policiaco de South Yorshire. Sin embargo, no se acuso a nadie en particular y tampoco se afincaron responsabilidades, llegando a decirse que había sido un triste accidente.


Inclusive, muchos de los archivos relacionados con el caso fueron puestos bajo llave y liberados hasta hace poco tiempo. Para colmo, policías retirados han comentado que fueron chantajeados o extorsionados por sus propios jefes para que cambiasen su versión del hecho, haciendo ver culpables a los hinchas. Esto desencadeno un movimiento civil en la ciudad de Liverpool y de Sheffield que buscaba demostrar la culpabilidad de la policía de manera directa.

Una comisión independiente en el 2012 dio como resultado que los aficionados no habían responsables, sino las acciones de la policía. Esto provoco que las autoridades finalmente tomaran cartas en el asunto y finalmente, el mes pasado, de manera oficial se confirmo la versión previamente mencionada, lo cual generó una demanda común por parte de los familiares hacia la policía no solo de South Yorshire, sino también de West Milands. A tal grado llego, que el jefe policial en funciones en aquel entonces y ahora, David Crompton, fue retirado del cargo.

Los familiares alegan que no quieren una compensación económica, sino limpiar el nombre de sus fallecidos y hacer ver que la tragedia de Hillsborough no se debio a ellos en absoluto. Mientras, cada año, la iglesia de Liverpool sigue oficiando eventos y una misa para los fallecidos, al grado que a la entrada de la susodicha, hay una piedra tallada conmemorando lo sucedido y con la frase que se ha convertido en el himno de Liverpool: "You´ll Never Walk Alone".

Como ven, esto cambió el rumbo del futbol inglés para siempre y para bien (aunque a un costo muy alto y doloroso). Sin embargo, otra tragedia (la de Heysel), también sería parteaguas para Inglaterra y para el fútbol mundial. Pero eso, es otra historia...

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Saludos a mi esposa, así para quienes no olvidan esta tragedia hasta hoy en día.

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